27 agosto 2007

EL OTRO GATO CON BOTAS

Evaristo era un gato muy normal hasta el día en que sus dueños le compraron unas botas.

Evaristo era un gato del montón, ni de los más hábiles ni de los más patosos. Si tenía que trepar por un árbol pues trepaba, si se tenía que colar por un agujero pues se colaba, si tenía que saltar de un sitio a otro pues saltaba.

Nunca protestó ni se quejó de sus habilidades. Se sentía un gato feliz dentro de lo que para un gato casero significa esa palabra.

Evaristo fue consciente en el momento que sus dueños le ponían las botas que su vida estaba a punto de cambiar.

Al principio creía que esa extrañeza que notaba con las botas puestas era debida a la falta de costumbre, pero fueron pasando los días y la cosa no mejoraba.

Evaristo se convirtió en un felino inútil e indefenso al tener cubiertas sus afiladas garras. Ya no saltaba como antes pues patinaba y no controlaba la frenada. Ya no escalaba por verse privado de sus garfios resistentes y tampoco se podía defender pues sin sus uñas no daba miedo a nadie.

Evaristo se convirtió en un gato triste pero con botas, en el hazmerreir del barrio, en el objetivo de las burlas más crueles a las que puede ser sometido un gato que calza semejantes botas.

Evaristo no se atrevió a protestar y cargó de por vida con el sobre nombre de el gato con botas. Su historia es muy conocida en el mundo felino y con ella asustan a los cachorros que les da pereza separarse de el cobijo materno.

FOTO: Nachinho

21 agosto 2007

EL LADRÓN DE HISTORIAS

Mi intención era escribir algo nuevo, algo distinto. Tenía muy claro que la idea original de comenzar por el principio no era nada innovadora y la descarté sin pensármelo dos veces.

Algo es algo, pensé, por lo menos ya sabía como no iba a comenzar.

Lo de comenzar por el final ni siquiera me lo planteé pues últimamente lo hacen todos y además eso de iniciar la historia con los protagonistas comiendo perdices desluce un poco el transcurso de la misma.

Tenía claro que fuera lo que fuera debería ser algo impactante, que dejase al lector vulnerable a cualquier desenlace posterior.

Todas y cada una de las ideas que me surgían las desechaba de inmediato, ninguna me acababa de convencer.

Pasaban los días y mi relato estaba huérfano de comienzo. Bueno, a decir verdad estaba falto de comienzo, final y cuerpo.

Los días seguían pasando, el plazo de entrega se acercaba y mi imaginación flaqueaba en el peor momento posible.

Todo pareció detenerse a mi alrededor, quizás fuese una nueva oportunidad de buscar ese relato que tanto deseo escribir.

Duró poco tanta quietud, lo justo como para robar las ideas e inquietudes de aquel afamado escritor.

En seguida editaron mi libro, no fue difícil después de todo. La cosa consistía en buscar en otras cabezas lo que en la mía faltaba, una historia que contar, la forma ya iría saliendo.

FOTO: tusique

15 agosto 2007

EL SECRETO DE DUR

Dur era la joven más guapa del lugar. Su belleza era indescriptible, tenía el rostro perfecto.

Todo el mundo miraba a Dur cuando pasaba cerca, unos con admiración otras con envidia, a nadie le dejaba indiferente.

Cientos de veces la habían formulado la misma pregunta: “¿Cuál es el secreto para estar tan guapa?”, pues a ciencia cierta se sabía que no era cuestión de genes heredados pues sus padres no gozaban ninguno de los dos de belleza alguna sino más bien todo lo contrario.

Ella siempre contestaba lo mismo, que no tenía ningún secreto, que era así y punto.

Un día, Gloria y María dos jóvenes del pueblo que las consumía la envidia que sentían por Dur decidieron seguirla en silencio.

Dur entró en casa y ellas se quedaron fuera y se acercaron hasta la ventana de su habitación. Allí estaba ella tan hermosa como siempre.

Se acercó al espejo, se contempló durante unos segundos y sorprendiendo a Gloria y a María se quitó con un hábil movimiento la careta que la daba ese aspecto tan hermoso.

María y Gloria se miraron estupefactas al darse cuenta que habían descubierto el secreto de la belleza de Dur, una simple máscara.

Al día siguiente Dur salió de casa y notó que las miradas de la gente no eran como días anteriores, ya no había ni envidia ni admiración en aquellas miradas sino curiosidad y mofa.

Rostros que contenían la sonrisa.

Fue entonces cuando al levantar la vista pudo ver aquel gran cartel en la plaza del pueblo que decía: “La bella Dur…miente, usa careta” y notó que la tierra se la tragaba sin compasión.


FOTO: raiworld

03 agosto 2007

DINOSAURIOS 4, REENCUENTROS

(Esta historia es la continuación de dinosaurios, en las cloacas y el principo del fin)

Las explosiones parecía que habían cesado pero Arturo pudo notar vibraciones en el suelo, unas vibraciones acompasadas que parecían cada vez más fuertes. Las ratas dejaron de preocuparle.

Noé subido encima del gran tiranosaurio pudo ver a los dos hombres muertos de miedo contra la pared abrazados, sumidos en un estado de pánico tal que temía que sus corazones no fueran a aguantar ni un minuto más.

El tiranosaurio paró a escasos metros de Arturo y su padre y se agachó para facilitar el descenso de Noé.

Los dos hombres se tranquilizaron un poco al ver a otro ser humano cerca. Noé se acercó a un metro de Arturo y le habló: “Ese animal que tanto miedo te da no medía más de 20 centímetros cuando le abandonaste a escasos metros de aquí”, dijo apuntando al tiranosaurio. Este gruó para certificar que las palabras de Noé eran ciertas. Arturo miraba perplejo al gran animal.

A continuación Noé se dirigió al padre de Arturo que respiraba entrecortadamente, “…y a ti te digo lo mismo”, le dijo Noé, “la persona que te está hablando, que acaba de descender de un tiranosaurio y que tan atentamente miras no tenía ni medio mes cuando no dudaste en abandonarle a escasos metros de aquí importándote una mierda lo que le ocurriera”.

El hombre abrió los ojos como platos y Arturo le miró buscando una negociación de los hechos que no llegó. “¿Es verdad eso?”, preguntó Arturo.

Si”, respondió el padre entre sollozos, “nos vimos obligados, eran tiempos difíciles no teníamos qué llevarnos a la boca y nacisteis los dos de golpe… no estaba previsto”.

Noé se dio media vuelta y echó a andar hacia las profundidades del túnel, el tiranosaurio decidió seguirle.

Arturo y su padre miraban inmóviles la situación entre lagrimas y temblores. Una vez que Noé y el tiranosaurio desaparecieron en la oscuridad volvieron a aparecer las ratas y esta vez no se iban a ir sin haber saciado el hambre.

FOTO: dmmaus