25 febrero 2008

HISTORIA DE UN POLÍTICO MENGUANTE

ACTO SEGUNDO

En un lejano lugar me contaron que existía un país donde a los políticos no se les subía el cargo a la cabeza y vivían con los pies en el suelo por miedo a desaparecer.

Godofredo de las Eras fue elegido presidente de aquel lejano país. Desde pequeñito había hecho todo lo posible para llegar a ocupar ese puesto.

Godofredo tenía la manía de mirar por encima del hombro a los ciudadanos que el gobernaba.

Lo primero que hizo Godofredo tras la elección fue mandar construir un lujoso palacio con todas las comodidades digno de un presidente de estado.

El palacio fue construido con el dinero de todos los ciudadanos por lo que no se escatimó a la hora de derrochar.

Nada más que entró Godofredo por la puerta de aquel palacio menguó. Se dio cuenta que la ropa le quedaba un poco pequeña pero no le importó pues ya compraría más con el dinero de sus votantes.

La siguiente medida que tomó Godofredo fue mandar hacer una inmensa estatua donde apareciese el subido a caballo para que todo el mundo supiese quien mandaba allí.

La estatua era muy grande y Godofredo un poco más pequeño. La ropa le volvía a quedar grande y volvió a mandar comprar más.

Cada vez que llegaban con uno de esos trajes lujosos Godofredo menguaba mientras se lo probaba.

Cuando Godofredo se quiso dar cuenta de que su problema menguante se producía cada vez que hacía mal uso de su poder fue demasiado tarde pues un gato dio buena cuenta de él.

Desde ese día desapareció del país cualquier símbolo de prepotencia.

Desde aquel día no se volvió a ver en aquel lejano país ningún símbolo de muestra de poder. Derribaron palacios lujosos, retiraron bustos y estatuas de políticos y se cambiaron las placas de las calles que llevaban el nombre de antiguos políticos.

19 febrero 2008

HISTORIA DE UN POLÍTICO NARIZOTAS

ACTO PRIMERO

En un lejano lugar me contaron que existía un país donde los políticos o decían la verdad o les crecía la nariz.

Un buen día Evaristo Gracia se dispuso a contar al populacho una más de sus mentiras. Una vez hubo acabado de hablar sus fosas nasales aumentaron de tamaño y Evaristo Gracia pasó toda la noche mirándose la nariz frente al espejo.

Al día siguiente procedió a dar otro mitin y como era incapaz de contar verdades su nariz volvió a crecer.

Evaristo Gracia dejó la política y también dejó de salir de casa por que le daba vergüenza el tamaño de sus fosas nasales.

Desde aquel día en aquel lejano lugar no hay político que se atreva a mentir a sus votantes y las campañas electorales dejaron de ser el circo que eran pues los políticos no ofrecían lo que luego no iban a ser capaces de realizar y cada vez que salían de un mitin lo primero que hacían era mirarse bien la nariz para comprobar que no hubiese aumentado.

11 febrero 2008

FRUTOS DEL CERDO

Luisito era el menor de tres hermanos y sentía curiosidad por todo. Se podría pasar las horas muertas observando como los demás miembros de la familia efectuaban sus respectivas labores.

Un día el padre de Luisito apareció por la puerta más contento que de costumbre con algo grande en sus brazos. Luisito se alarmó. La llegada de un hermanito en estos momentos sería fatal para sus intereses. Enseguida se dio cuenta que se trataba de otra cosa.

Toda la familia rebosaba felicidad. La llegada a casa de ese jamón había cambiado los ánimos alicaídos que últimamente invadía esta casa.

De vez en cuando aparecía el padre con aquel cuchillo tan largo y cortaba finas lonchas del jamón. Cada vez que se metían un cacho en la boca su cara ofrecía gestos de disfrutar de su sabor.

A mi nunca me dieron a probar por que decían que era demasiado pequeño para esos manjares. Así que me quedé con las ganas de probar aquello que volvía locos a mis padres y a mis hermanos.

Un buen día mi padre apareció triste con el hueso de aquel milagroso alimento que tantos días había hecho feliz a mi familia. Su cara lo decía todo. La tristeza volvió a inundar el hogar.

Vi como mi padre depositaba la pezuña de aquel jamón en la basura abatido por la pérdida. ¿Qué podía hacer yo por los míos?

Pensé, pensé, pensé y pensé y me acordé de cuando mi abuelo enterraba las pepitas de aquellos frutos y al cabo de un tiempo aparecían cientos de frutos colgando de las ramas. ¿Por qué no probar?

Luisito agarró la pezuña de aquel jamón y salió al jardín a enterrarla. A partir de aquel día se pasaba las horas muertas mirando por la ventana hacia el jardín con la esperanza de que brotara un árbol de cuyas ramas colgaran jamones, pero pasaban los días, semanas y meses y fue perdiendo toda la ilusión.

Al cabo de unos cuantos años tuvieron que abandonar aquella casa después de recibir ciertas cartas del banco avisando de sus deudas.

Pronto otra familia se instaló en la casa. Un buen día el hijo menor que jugaba en el patio avisó corriendo a sus padres.

- ¡Papá!¡Papá!, en el jardín ha aparecido un árbol muy raro.

Salieron todos detrás del niño y se quedaron asombrados al observar que allí en el medio de su jardín había un gran árbol de cuyas ramas colgaban decenas de jamones.



foto: owenbooth

03 febrero 2008

JUEGOS DE NIÑOS


¿Quién me mandaría a mi cambiarle el turno a mi compañero? Con lo bien que estaría yo ahora en casa viendo cualquier película de indios y de vaqueros y no aquí casi protagonizándola.

Trabajar en una guardería es muy duro, ya se sabe como son los niños, pero nunca me llegué a imaginar que la situación en la que me encontraba se pudiera dar.

¿Cómo me he podido dejar atar por estos mocosos? Cualquier persona un poco espabilada les hubiera adivinado las intenciones, solo a mi se me ocurre confiar en sus buenas ideas.

Atado de pies y manos a la pata de una mesa soy objetivo de los cientos de juegos que se les puede ocurrir a estos diabólicos niños, a cada cual más cruel y salvaje. ¿Quién dijo que los niños juegan demasiado con las videoconsolas? Con lo bien que están con esas maquinitas simuladoras de violencia y no aquí practicándola en mis carnes.

Ya llevo varias horas atado y no se cuanto más podré aguantar pues ya han experimentado en mi unos cuantos juegos.

Primero decidieron jugar a cuidarme y darme de comer y aunque esto puede parecer inofensivo no lo es tanto si pensáis en lo que para estos críos puede denominarse comida, cualquier cosa extraña que parezca abandonada puede ser simulacro de ser cocinada y luego hacérmela ingerir.

Una vez se cansaron de este juego me convirtieron en el modelo perfecto para probar todo tipo de maquillajes efectuados con todos los rotuladores indelebles y demás acuarelas y ceras que pudieran encontrar en su entorno y no conformes con esto se cebaron después con mi pelo haciéndome arriesgados cortes de pelo en el que a veces no solo el pelo era cortado.

Después me convertí en una divertida diana preparada para recibir incontables pelotazos en todas las partes del cuerpo y cuando digo en todas es en todas. Cuando mi cuerpo había sido más castigado que el de un pulpo antes de ser cocinado cambiaron de juego.

Como mi aspecto a estas alturas dejaba mucho que desear los niños decidieron que no necesitaba la ropa para nada y procedieron a desvestirme de una forma poco delicada, a tirones.

Y así me encuentro ahora mismo desnudo en el frío suelo de una guardería con cientos de moratones y magulladuras por todo el cuerpo a expensas de lo que estos malvados niños tengan preparado para mi. Creo que nada puede ya ir peor.

Muy pronto cambié de opinión respecto a lo de que nada podía ir peor cuando vi a los niños avanzar hacia mi y atarme a la nariz una bombilla con un cable y en el otro extremo del cable el instrumental necesario para jugar al “Operación”.

Comprobé cuando noté como el bisturí desgarraba mi pierna derecha que la bombilla de mi nariz no se encendía al hacerme daño pero sin embargo el alarido de dolor que solté si que valió para que se dieran cuenta que ahora le tocaba usar el bisturí a otro niño que se cebaría con la otra pierna… la bombilla tampoco se encendió y yo me desmayé cuando noté que el bisturí rasgaba mi garganta.

Fue entonces cuando los niños dejaron de jugar y me pintaron en la frente el mensaje de : GAME OVER.



FOTO: *franja