29 abril 2007

COMO HEMOS CAMBIADO

No se explicar la razón que me llevó a remover el pasado aquel día. Yo no soy muy dado a sentir este tipo de curiosidades sobre como les irá la vida a todas esas personas que se convirtieron en piezas que fueron formando ese puzzle que es mi pasado.

La verdad es que era una tarea bastante complicada, pero hilando llamadas y haciendo las investigaciones necesarias fui dando con casi todas las personas que buscaba.

Muy pronto me arrepentí de haber comenzado a rascar en el pasado y de conocer lo que el destino había ido deparando a cada uno de mis amigos.

Para empezar me comunicaron que Roberto “el albino” había muerto hacía ya 15 años de un cáncer de piel no pronosticado a tiempo. Fue la primera averiguación y me dejó un poco decepcionado, pues si bien Roberto no había sido de los que más había dejado huella en mi vida si que podía acordarme perfectamente de su pelo rubio y su pálida piel.

Una vez asimilada la noticia continué con las investigaciones y al siguiente que localicé fue a Oscar una de las personas con quien más tiempo pasé en mi juventud y que tras varios intervalos sin vernos luego nos encontrábamos en los sitios más insospechados. La verdad es que no hablé con él, hablé con su madre que me dijo que Oscar llevaba ya más de 4 años en una secta de esas que vaticinan el fin del mundo y que tarde o temprano se suicidan en grupo por que el lider les promete felicidad eterna.

Su madre me contó que se rapó su largo pelo y luego pasó unas semanas comportándose de una forma muy extraña y un buen día cogió sus cosas y se marchó.

Esta noticia no supe como tomármela, no me llegaba a imaginar a Oscar acatando ordenes de un gilipollas, con lo que nos jodía que alguien nos diera ordenes.

Me despedí de la madre de Oscar después de conversar un poco sobre como nos iba la vida y todas esas cosas que se hablan en todos estos casos de reencuentros inesperados.

El siguiente de la lista era Pablo, aquel tipo con el que pasé 8 horas al día durante 3 largos años en los que trabajamos juntos. Con este si que pude hablar, después de varias llamadas que me fueron llevando de un lugar a otro por fin acabé engordando las cuentas de telefónica aceptando una conferencia con Australia.

Pablo se había casado con una australiana que había conocido en las fiestas de su pueblo y hacía 2 años que se habían trasladado a Melbourne a vivir.

Al principio Pablo no se acordaba de mi pero después de contarle un par de detalles se contentó de oirme y empezó a contarme cosas de otros antiguos compañeros de ambos. La verdad es que no me enteré de mucho pues estaba más atento de el tiempo que iba pasando y lo que iría subiendo la factura del teléfono que de lo que me estaba contando. Nos despedimos conscientes de que jamás volveríamos a vernos.

Cuando llamé a Montse me imaginé que no seguiría siendo la misma, habían pasado muchos años, pero lo que no me esperaba es que ese cambio hubiera sido tan radical. Se había casado con un borracho machista que no dudaba en soltar un que otro guantazo tanto a la mujer como a los hijos.

Montse vivía mal, Montse se había convertido en lo contrario que presumía querer convertirse. Montse ya no era aquella chica liberal que salía de fiesta hasta las tantas y tonteaba con unos y con otros. Ahora Montse tenía 7 hijos que cuidar y a un marido descerebrado al que soportar. Montse se despidió entre lagrimas temerosa de que su verdugo marido la encontrase hablando por el teléfono con la comida a medio hacer.

Así fui marcando uno tras otros todos aquellos nombres de las personas que habían supuesto algo en mi vida. Todos había avanzado por caminos distintos que en su momento consideraban los idoneos, ahora se lamentaban de aquellas decisiones mal tomadas y sobrevivian esperando que los días pasasen cuanto antes.

21 abril 2007

NO LA TRAGO

Faltaban 10 minutos para entregar el examen y el profesor no se movía de mi lado.

Nada podía hacer si no se iba, no tenía ninguna posibilidad, los milagros no existen.

Mi única opción se estaba yendo al traste y yo me estaba poniendo muy nervioso.

De pronto un compañero, dos filas más atrás, le llamó y el profesor acudió.

Sabía que esta era mi oportunidad y saqué la chuleta. No me había dado tiempo ni a abrirla cuando vi que ya volvía hacia mi.

Fue un error pero un impulso me incitó a meterme la chuleta en la boca e intentar tragar.

Noté que el papel se quedaba atascado y no avanzaba ni hacia delante ni hacia atrás.

El profesor se interesó por mi estado de salud y al ver que yo no le podía contestar y que el color de mi cara cambiaba por momentos llamó a una ambulancia.

En seguida se presentaron allí con toda la parafernalia de las sirenas y la camilla y me llevaron hacia el hospital.

Me sacaron el trozo de papel en el cual había escrito un resumen de la historia de España.

Fui el hazmerreír de todo el hospital e incluso llegó a oidos de algún profesor que a partir de ese día en los exámenes no me quitaban ojo de encima. Y desde aquel incidente la asignatura de historia es que “no la trago”.

13 abril 2007

EL CANTO DEL GALLO

Aquella mañana el gallo no cantó.

La causa fue una afonía repentina.

Decenas de veterinarios estudiaron su caso y decidieron operar al animal.

Después de un par de semanas de reposo el gallo volvió al corral y vio que otro gallo más joven ocupaba su lugar.

Al principio se turnaban y cada mañana cantaba uno, pero pronto el gallo viejo volvió a quedarse afónico.

Cuando se lo llevaban los veterinarios el gallo joven sonreía y se paseaba entre todas las gallinas.

Esta vez tardó más en recuperarse, a nadie en el corral le importó su regreso y esto deprimió por completo al gallo viejo.

La segunda mañana que el gallo viejo intentó cantar ya no pudo hacerlo. Las gallinas y el gallo joven reían a su alrededor, por la tarde se lo volvieron a llevar los veterinarios.

Una vez recuperado ya no le trasladaron al gallinero, sino a un asilo de gallos, aquí ningún gallo podía cantar, por lo tanto se despertaban cuando les daba la gana por que no tenían otros “huevos” que hacer.



Foto: f4bi

09 abril 2007

UN AÑO DE CAFKAFONÍAS

Quisiera contar todo lo que pasa por mi cabeza, pero no se explicarme.

Expresar con todas las palabras del diccionario lo que imagino.

Describir mediante frases todo lo que me rodea, pero no se explicarme.

Contar en verso o en prosa las aventuras de los personajes que invento.

Deleitar a los lectores con narraciones fluidas, pero no se explicarme.

Conseguir que cuando leas veas lo que al escribir yo veo.

Intentar que cuando empeces a leer no puedas pasar hasta terminar el relato, pero no se explicarme.

Así que no os preocupéis si cuando acabéis de leer esta historia sentís que no habéis entendido nada, no sois vosotros, soy yo que no se explicarme.