30 julio 2007

DINOSAURIOS 3, EL PRINCIPIO DEL FIN

(Esta historia es la continuación de dinosaurios y en las cloacas)


Arturo fue a buscar a su padre y rápidamente intentaron huir de allí.

Conducía el todo terreno por las atascadas calles de la ciudad. Todo el mundo intentaba hacer lo mismo, escapar de allí sin saber muy bien en qué dirección.

Arturo disponía de información privilegiada por ser miembro del ejército especial y sabía de primera mano que algo muy gordo estaba a punto de suceder.

Cientos de aviones comenzaron a aparecer por el horizonte y padre e hijo quedaron perplejos sin saber muy bien como actuar.

Las bombas comenzaron a caer indiscriminadamente y Arturo salió del coche rápidamente haciendo que su padre le siguiera.

Noé oyó las primeras explosiones provenientes de la superficie. Llevaba días sospechando que algo iba a ocurrir pues los animales se comportaban de una forma extraña mostrando cierto nerviosismo.

Todo retumbaba y a veces caía polvo de arriba. Noé tranquilizó a los animales y les instruyó para que aguardasen alertas.

Las explosiones continuaban.

Una nube amarillenta avanzaba empujada por el viento. Arturo tiró de su padre y corrieron hacia la entrada de las cloacas más cercana. No le hacía gracia entrar allí pero no les quedaba otra opción.

Avanzaron hasta una compuerta que estaba semiabierta, la traspasaron y después la cerraron bien girando la manivela.

Corrieron hacia el interior, temerosos de que aquel gas pudiera filtrarse por aquella puerta.

Una vez recorridos un par de kilómetros pararon exhaustos resoplando y cogiendo aire. Se sentaron apoyando la espalda contra la pared intentando recuperarse.

Cuando se quisieron dar cuenta estaban rodeados por cientos de ratas que olisqueaban a distancia a los visitantes.

Arturo no quiso alertar a su padre e intentó mostrar una seguridad que no sentía.


FOTO: Zirbaf

23 julio 2007

DINOSAURIOS 2, EN LAS CLOACAS

(esta historia es la segunda parte de “Dinosaurios”)

A los pocos minutos de ser abandonado ya se encontraba en verdadero peligro. Un tiranosaurio recién salido del huevo era presa fácil y sabrosa para los cientos de seres hambrientos que habitaban en las profundidades de la tierra.

Decenas de ratas acudieron veloces a dar la bienvenida al cachorro.

Enseguida le rodearon, el tiranosaurio temblaba de miedo y las ratas frotaban sus patitas celebrando el acontecimiento.

Fue entonces cuando una voz que venía desde un oscuro pasillo las hizo parar en seco y echarse hacia atrás.

Noé se plantó frente al tiranosaurio y ordenó a las ratas que se alejaran un poco más.

Noé se agachó cogió al tiranosaurio y se marchó con él por donde había venido seguido a distancia por cientos de ratas.

Llegaron a un inmenso pabellón donde esperaban miles y miles de animales que se alegraron al ver a Noé con un nuevo miembro.

Noé era un extraño muchacho que desde su llegada había sido adoptado por los seres que vivían en el subsuelo y luego él como agradecimiento se había encargado de cuidar y organizar a todos los animales que eran abandonados de una forma u otra en las cloacas, y de adiestrar también a los que ya vivían allí cuando él llegó.

Noé era como un dios para la fauna de las cloacas. Noé sabía que la gente seguiría abandonando animales en las alcantarillas cuando se hartaban de ellos y también sabía que estos animales no olvidaban nunca ese acto de abandono y esperaban con paciencia el día de vengarse de sus dueños.

Noé no hacía esto para atacar a los de arriba sino para defenderse de la humanidad que vivía encima de sus cabezas y que tarde o temprano acabarían buscando una huida hacia abajo arrasándolo todo como estaban haciendo con la superficie.

Ahora había llegado aquel tiranosaurio que se uniría a los cocodrilos, ranas, salamandras, serpientes, peces de todos los tipos, las numerosas ratas y por supuesto a los demás dinosaurios que habían ido llegando estos años.

El ruido de taladradoras cada vez era más frecuente y más cercano, pero estaban preparados para defenderse.

FOTO: fotologico

16 julio 2007

DINOSAURIOS

Arturo era un niño cuya mayor pasión eran los dinosaurios.

Arturo cada vez que tenía la oportunidad dibujaba dinosaurios, en los libros, en los márgenes de los cuadernos, en las revistas y periódicos de sus padres, en el pupitre del colegio, en los concursos de dibujo…

Pero esta afición de Arturo no se quedaba solo en plasmar dinosaurios sobre papel, también escribía cuentos sobre dinosaurios, tenía cientos de comics de dinosaurios y todas las películas que se conocían del tema.

Su pijama tenía dinosaurios, en su colcha y sábanas aparecían dinosaurios, la taza del desayuno, su toalla, todo contenía dinosaurios.

No hace falta ser muy listo para imaginar quien protagonizaba los sueños de Arturo y fue al despertar de uno de ellos cuando encontró a los pies de su cama un gran huevo de tiranosaurio.

Arturo lo observó maravillado y lo escondió al fondo del armario entre jerseys de lana y el forro polar.

Todos los días Arturo comprobaba la evolución del huevo con gran entusiasmo, hasta que un día en lugar de huevo había un pequeño dinosaurio.

Arturo cogió al pequeño ser y lo metió en su mochila. Salió a la calle pero enseguida se dio cuenta que no sabía que hacer con el pequeño dinosaurio.

Fue descartando todas las opciones que se le fueron ocurriendo y al final comprendió que se tendría que deshacer de él.

Muy a su pesar Arturo abandonó al bebé de tiranosaurio en una boca de alcantarilla que había en el solar de detrás de su casa.

Arturo se fue pensativo al hogar y aún hoy se acuerda de aquel maravilloso hallazgo.

Y fantasea con que algún día resurja de las cloacas el gran tiranosaurio como si de un Godzilla se tratase para agradecerle lo que había hecho por él cuando todavía era un huevo.

FOTO: A Vista de Cerdo

09 julio 2007

LOS PÉREZ


Eran tiempos duros para la familia Pérez. En poco tiempo vieron como el negocio de los dientes se fue yendo al traste por culpa de los dentífricos efecto blanqueador, el cual recomendaban 9 de cada 10 dentistas. Si a esto le sumamos la falta de ilusión de los niños y la proliferación de los productos sin azúcar nos vemos sumergidos en una tremenda crisis.

Al principio nos vinimos abajo pero comprendimos que así no se arreglaban las cosas y decidimos innovar el negocio.

Primero hicimos una fuerte campaña publicitaria en la cual aparte de dar a conocer nuestros servicios regalábamos una muestra de un chicle de los de antes repleto de azúcar.

Pronto comenzamos a ver los frutos de la campaña. La ingesta de azúcar había hecho su efecto adelantando la perdida de los dientes de leche.

La alegría nos duró poco pues muy pronto es instituto nacional de la salud prohibió los productos tan azucarados.

El hambre agilizó nuestra capacidad de discurrir y pusimos en marcha un nuevo plan.

Gracias a nuestros contactos nos hicimos con las direcciones de gente que poseía dientes de oro. Actuábamos con profesionalidad, sin usar la fuerza, cuando dormían procedíamos al desatornillamiento y extracción de la correspondiente pieza de oro.

Ya se sabe como son estas cosas, cuando empiezas a ganar dinero fácil te acostumbras y pronto te parece poco y quieres más. Eso fue lo que nos pasó, que queríamos más, teníamos que pensar en algo grande de verdad.

Lo estudiamos todo bien estudiado. No podía fallar nada. Si algo ocurría fuera de lo programado podía ser nuestro fin.

Preparamos el asalto a una consulta de dentista, el mayor enemigo de los Pérez. Lo haríamos al final de la tarde para asegurarnos un gran botín.

Todo salió como tenía que salir y enseguida nos pusimos a preparar más asaltos.

Llegó un día que todos hablaban de nosotros, cosa que provocó mayor seguridad y vigilancia en las consultas de odontología.

Varios miembros de la familia fueron arrestados y otros devorados por gatos contratados para acabar con nosotros.

Otra vez llegaron tiempos de vacas flacas y a día de hoy ya no nos queda casi nada de lo recaudado.

Comenzamos a pasar hambre y eso nos obliga a buscar nuevas soluciones. Esta vez es distinto, está todo hecho, bueno todo no, hay una opción que tomaremos si no nos queda más remedio. Y si llegamos a esta opción más os vale que durmáis con la boca cerrada y los dientes apretados, ja, ja, ja, ja.

FOTO: mjail

02 julio 2007

EL CALENDARIO

Todos los días cuando pasaba junto a aquel viejo kiosko me paraba a mirar las antiguas portadas de revistas amarillentas y descoloridas por el sol.

El anciano que lo regentaba nunca se dirigió a mi pero aquel día me sorprendió al oir que me hablaba.

Al principio no le entendía muy bien pero luego me di cuenta que me estaba ofreciendo algo enrollado. Dudé, pero enseguida el hombre insistió, - Es para ti, cógelo- y lo cogí dando las gracias.

Nada más llegar a casa lo primero que hice fue desenrollar aquellas hojas y me desilusioné un poco al ver que se trataba de un simple calendario.

Lo colgué en una pared de la habitación para poder verlo todos los días.

A partir de aquel día cada vez que pasaba por el kiosko intercambiaba un breve saludo con aquel hombre y me sentía alegre durante el resto del día.

Llegó abril y al arrancar la hoja de marzo pude ver que le faltaba el día 4 a ese mes. No le di importancia hasta que el día 4 me desperté y no era día 4 sino el 5, como si hubiera estado dormido desde la noche del 3 hasta la mañana del 5.

Confuso salí a la calle, compré el diario y en efecto era el día 5, ¿Por qué no podía recordar nada del día anterior?, o mejor dicho ¿Por qué tenía la sensación de que el día anterior había sido el 3?

Me acordé del calendario y de aquella errata ¿Qué día era el que faltaba?, no puede ser cierto, sería mucha casualidad.

Cuando llegué a casa lo primero que hice fue mirar el calendario y pude comprobar asombrado que el día que no estaba impreso era el día que no recordaba haber vivido.

Se me ocurrió ir al kiosko. Él me regaló el calendario, igual sabía darme alguna explicación.

Nada, el kioskero me miraba triste como quien mira a alguien que ha perdido la cabeza.

Volví a casa pensativo, ¿Qué me estaba pasando?

Pasaron los días y acabó el mes. Al ir a arrancar la hoja de abril me acordé de ese día 4 inexistente tanto en el calendario como en mi cabeza.

En mayo estaban todos los números, creo que suspiré aliviado, pero me llamó la atención el día 15 el cual venía marcado con una cruz y de color más oscuro.

Fueron sucediéndose los días y casi había borrado de mi mente lo del 4 de abril cuando al pasar junto al kiosko vi que estaban las persianas bajadas y había un papel pegado.

Me acerqué y lo leí. El kioskero había muerto el día anterior.

Se que no conocía de nada a ese hombre pero me afectó mucho su muerte, siempre recordaré el día que me regaló el calendario, el suceso del 4 de abril y … ¡No puede ser! , el kioskero había muerto el día marcado en el calendario.

Descolgué aquel calendario rapidamente y me dediqué a observarlo durante largo tiempo, revisé todas las páginas en busca de alguna señal más que no encontré, pero descubrí que la marca del día 15 de mayo la había hecho alguien a mano, ¿habría sido el propio kioskero?

Estuve con el calendario todo el día dándole vueltas y tuve la idea de poner una nota junto a algún día para ver si pasaba algo.

Decidí poner algo pero no sabía que, cogí el lapiz y escribí en el recuadro del lunes 2 de julio: “Alguien escribirá hoy un cuento sobre mi”.

Así que si algún día lees una historia con esa fecha querrá decir que poseo un calendario mágico.


FOTO: seretuaccidente