DINOSAURIOS 3, EL PRINCIPIO DEL FIN
Arturo fue a buscar a su padre y rápidamente intentaron huir de allí.
Conducía el todo terreno por las atascadas calles de la ciudad. Todo el mundo intentaba hacer lo mismo, escapar de allí sin saber muy bien en qué dirección.
Arturo disponía de información privilegiada por ser miembro del ejército especial y sabía de primera mano que algo muy gordo estaba a punto de suceder.
Cientos de aviones comenzaron a aparecer por el horizonte y padre e hijo quedaron perplejos sin saber muy bien como actuar.
Las bombas comenzaron a caer indiscriminadamente y Arturo salió del coche rápidamente haciendo que su padre le siguiera.
Noé oyó las primeras explosiones provenientes de la superficie. Llevaba días sospechando que algo iba a ocurrir pues los animales se comportaban de una forma extraña mostrando cierto nerviosismo.
Todo retumbaba y a veces caía polvo de arriba. Noé tranquilizó a los animales y les instruyó para que aguardasen alertas.
Las explosiones continuaban.
Una nube amarillenta avanzaba empujada por el viento. Arturo tiró de su padre y corrieron hacia la entrada de las cloacas más cercana. No le hacía gracia entrar allí pero no les quedaba otra opción.
Avanzaron hasta una compuerta que estaba semiabierta, la traspasaron y después la cerraron bien girando la manivela.
Corrieron hacia el interior, temerosos de que aquel gas pudiera filtrarse por aquella puerta.
Una vez recorridos un par de kilómetros pararon exhaustos resoplando y cogiendo aire. Se sentaron apoyando la espalda contra la pared intentando recuperarse.
Cuando se quisieron dar cuenta estaban rodeados por cientos de ratas que olisqueaban a distancia a los visitantes.
Arturo no quiso alertar a su padre e intentó mostrar una seguridad que no sentía.
FOTO: Zirbaf
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