28 diciembre 2006

Esto que escribo a continuación es una canción que fue hecha gracias a Albertito, Natalia j.t. y muchos más amigos que disfrutaron de ella.
En su momento se trataba solo del estribillo pero yo me he permitido el lujo de reescribirla y dedicársela a todos mis amigos.

MIGUELÍN

Miguelín es muy pobre, no tiene para comer.
Miguelín es muy pobre, no tiene para gastar.
Miguelín es muy pobre, no puede ni dormir.

A Miguelín nadie le quería,
Miguelín no tenía amigos,
Miguelín todo el día sufría
Y Miguelín por las calles pedía.

Miguelín, pobre Miguelín.

Miguelín era muy pobre, de hambre se moría
Miguelín estaba solo y nadie le quería.

Miguelín un buen día, harto ya de todo
Armase de valor y de una recortada
Aquel banco atracó y en él no dejó nada

Miguelín, pobre Miguelín.

El dinero lo invirtió en un negocio sucio
Que el gobierno le ofreció cuando ganó aquel juicio.
Miguelín subió de la noche a la mañana
De tener que pedir a comerse mariscadas.

Miguelín, pobre Miguelín.

Miguelín llegó a la moncloa de diputado,
Y ya es miembro del senado
Miguelín hace leyes, no tiene compasión
Él se ha forrado gracias a la corrupción.

Miguelín, pobre Miguelín.

Miguelín se ha tomado la justicia por su mano
Y un buen día de abril dio un golpe de estado.
Miguelín es el jefe y no tiene corazón.
Miguelín por la fuerza siempre tiene la razón.

Miguelín, pobre Miguelín.

Miguelín un buen día siente dolor de pecho,
Un ataque al corazón le hace caer en el lecho.
Miguelín muere solo, nadie le socorrió,
Muere más pobre de lo que nació.

Miguelín, pobre Miguelín.

(El protagonista de esta canción se llama Miguelín pero bien podía haberse llamado “el pocero”)

19 diciembre 2006

CURIOSO

Estoy aquí por curioso.


Dicen que la curiosidad mató al gato, pues a mi me trajo hasta aquí. Si se fijan digo aquí porque realmente no se donde estoy, bueno si que se que es una isla pequeña, pero no se situarla.


Llevaré en la isla unas dos semanas. Me alimento de pequeños peces, moluscos y de algún fruto que me encuentro. La mayor parte del tiempo lo paso mirando al horizonte, a la raya que separa el mar del cielo, con la esperanza de ver acercarse algún barco.


Me he recorrido la isla de punta a punta pues es el único entretenimiento que tengo y no he encontrado ninguna señal de vida.


Cuando anochece se me viene a la cabeza lo absurdo de mi situación. Si algún día logro salir de aquí seré el hazme reir de todo el pais, cuando cuente que yo iba paseando por aquel callejón y vi junto a unos contenedores un gran cajón de madera que parecía abandonado. Me acerqué y me asomé con gran curiosidad, con la mala suerte de resbalar y caer dentro del cajón.


Del golpe debí perder la consciencia, pues cuando me di cuenta estaba totalmente a oscuras y notaba un traqueteo que me hizo suponer iba en un camión.


Comencé a gritar y a golpear las paredes del cajón, pero todos mis esfuerzos fueron en vano.
Me debí volver a quedar dormido pues cuando me quise dar cuenta, el traqueteo había desaparecido. Intenté gritar de nuevo pero no pude pues ya estaba afónico.


Noté que aquello se movía y pude oir unas voces. Intenté moverme pero de estar tanto tiempo quieto no podía. Un fuerte meneo me desequilibró y me di un gran golpe en la cabeza que me hizo de nuevo perder el conocimiento.


Lo siguiente que recuerdo son unos movimientos bruscos del cajón de un lado para otro y la gente que gritaba “¡ nos hundimos!,¡ nos hundimos!”. Había tal alboroto que nadie oyó mis golpes.


Poco a poco el ruido se fue apagando y comencé a notar humedad en el suelo del cajón. Estaba flotando.


No se cuanto tiempo estuve a la deriva pues el hambre y la sed hicieron que me subiese la fiebre hasta delirar.


Abrí los ojos y tosí escupiendo agua salada y arena. Miré a mi alrededor y supe al instante que me había convertido en un autentico naufrago. Que en pocos días habría adelgazado, me habría salido barba y tendría un árbol para hacer una marca por cada día que pasara.


En el árbol ya hay 15 marcas, pero hay espacio para muchas más, y para los curiosos diré que lo que había en el cajón eran cientos de catálogos de una agencia de viajes publicitando unas magnificas vacaciones en una isla paradisíaca. Ahora cada vez que doy un paseo me los encuentro esparcidos por toda la isla recordándome a cada paso que doy por qué estoy aquí.

12 diciembre 2006

NO ES TU DÍA

“¿Te acuerdas de mi?”.
La chica le mira por encima del hombro y le responde que no.
“¿Cómo no te vas a acordar?, si mujer, en aquella fiesta”.
“Yo no voy a fiestas”, respondió la chica. El chico saca un cigarro y vuelve a la carga, “¿Tienes fuego?”
“Vete a la mierda”, le responde secamente la chica sin mirarle.
“Vale, está bien, me rindo, ¿Qué hay que hacer para que me haga caso una mujer como tu?”.
“Nada”, responde ella, “no hagas nada, no malgastes fuerzas en intentar cosas que están fuera de tus posibilidades. Todavía estás a tiempo de largarte y no hacer el ridículo”.
“¿Cómo que estoy fuera de tus posibilidades?¿Pero quien te has creído tu que eres?”
“Susana de Cesari”, respondió la chica.
“¿Cómo?, volvió a preguntar él.
“Susana de Cesari, la hija del famoso matón Antonio de Cesari”.
El chico dio un paso atrás asustado, pero luego sonrió, “Ah!, me estás tomando el pelo, me has dicho eso para que me largue ¿verdad?, je, je, te he pillado, tu a mi no me engañas. Te voy a invitar a una copa que me has caído simpática.
La chica, muy seria, se levantó y mirando muy fijamente al chico le dijo, “Mira, como eres más tonto de lo que yo creía te lo voy a intentar decir más claro, a ver si así te enteras, vete a tomar por el culo o te arrepentirás”.
El chico se quedó callado mirándola.
“Vamos, ¿a qué esperas?, fuera!!”.
“¿Qué está pasando aquí?”, preguntó una voz desde atrás. Los dos se volvieron.
“Nada”, soltó rápido la chica, “este señor, que preguntaba por los aseos”.
“¿Yo?¿Por los aseos?”, preguntó el chico despistado, “si yo no…”
“¿Qué está pasando aquí Susana?”, preguntó el hombre a la chica.
“¿Susana?”, saltó el chico asustado, “¿Es verdad que te llamas Susana?”.
El hombre muy tranquilo, haciendo un leve gesto con la cabeza llamó a uno de sus guardas personales, “Federico, acompaña a este señor a los aseos”.
El tal Federico y el chico se marcharon hacia los servicios. “¿Quién era ese?”, preguntó el hombre a Susana.
“Nadie, un pesado”, contestó Susana.
“¿Un pesado?¿no te dije que me esperaras sola?¿No te dije que no hablaras con nadie?”.
La chica bajó la cabeza tras la regañina, “Estoy harta de vivir así, de no poder hablar con nadie, de llevar la carga de ser tu hija, harta de no poder relacionarme con nadie”.
Cuando acabó de decir esto se echó a llorar.
“No llores pequeña”, la abrazó su padre consolándola, “tarde o temprano esto acabará, pero hasta entonces lo más sensato es actuar así”.
Se miraron los dos y sonrieron.
“Lo siento papá”, dijo Susana secándose las lagrimas.
“Tranquila, comprendo que a tu edad lo estés pasando mal, pero solo te pido un poco de paciencia”, la dijo él sonriendo, “¿Me perdonas?”
“Pues claro que te perdono”, dijo Susana sorbiendo los mocos y abrazando a su padre. “Por cierto, ¿Qué le pasará al chico este?”, preguntó de repente Susana.
“Pues lo de siempre”, respondió su padre con total naturalidad, “¿Por qué lo preguntas?¿No sentirás nada especial hacia él?”.
“Nooo!”, respondió deprisa Susana, “no te preocupes, no me interesaba en absoluto, había que repetirle mucho las cosas y ni así se enteraba”.
Nada más acabar de decir esta frase se oyó el ruido de un disparo proveniente de los aseos. El padre y la hija se miraron riendo al unísono mientras brindaban con una copa de vino.

04 diciembre 2006

CARTA AL AUTOR

Estimado autor de relatos:

Tenemos la osadía de dirigirnos a usted para comunicarle nuestro descontento con el cariz que siempre toman todas sus historias.

Estamos hartos de los malos ratos que nos hace pasar, de las veces que nos mata, nos humilla, nos abandona.

Estamos hartos de su pesimismo a la hora de contar nuestras vidas. De tantos finales tristes o desconcertantes. De tanta mala suerte cuando arriesgamos, de tanta pesadilla cuando dormimos, de tanta decepción cuando soñamos.

No queremos seguir siendo victimas de su retorcida imaginación. Queremos ser como los personajes de la mayoría de las historias que se pueden leer por otros blogs y poder disfrutar de finales felices.

Creo que no pedimos tanto, sólo un pequeño cambio de estilo en su forma de escribir y más benevolencia a la hora de adjudicarnos finales.

Para acabar, que sepas que somos conscientes que esta carta es otra de tus historias, por lo que es muy probable que acabe hecha un rebuño en la papelera y continúes dándole desenlaces trágicos a tus relatos.

Firmado:

Todos los protagonistas de cuentos.