30 abril 2008

UN FRACASO ANUNCIADO


Aparecimos de repente sin avisar y aún así nos estaban esperando.

Fue cuestión de segundos lo que nos llevó a huir por donde habíamos llegado, pero fue cuestión de segundos también el ser apresados. Ni en el peor de los casos pensamos que esto pudiera acabar así. Habíamos estado preparando aquel asalto no menos de tres meses y en un abrir y cerrar de ojos todo salió mal.

¿Qué habría fallado?¿Qué no habíamos tenido en cuenta? Los primeros meses esas dos preguntas me atormentaban día y noche, sobre todo era duro pensar en qué falló estando entre rejas. Los ocho años que pasé recluido en aquella cárcel no me bastaron para llegar a una conclusión convincente sobre cual pudo ser el motivo de aquel final inesperado que nos llevó a prisión.

A veces pienso en que hubo un traidor entre nosotros, alguien que a cambio de algo no tuvo ningún reparo en avisar de nuestro plan con pelos y señales, pero por mucho que pienso en ello no me imaginaba a ningún miembro del grupo capaz de llegar a esa situación, se lo hubiésemos notado, cualquier detalle, nadie es capaz de disimular tanto tiempo. Fue una temporada que nos veíamos todos los días para asegurar que nada fallara.

Cada vez que pienso en sus caras burlonas esperándonos victoriosamente a sabiendas del futuro que nos deparaba noto como me brota la ira y vuelvo a paladear el verdadero sabor de la derrota y me siento como se pudiera sentir cualquier cazador cazado.

Otras veces pienso que fuimos sometidos a algún tipo de vigilancia intensiva que no fuimos capaces de notar y estaban al tanto en todo momento de todos nuestros movimientos.

Que cruel es la vida, justo cuando pensaba que iba a llegar el día en que se nos iban a arreglar todos los males me veo abocado al encierro en prisión. Otra decepción más, sin duda la mayor hasta ahora. Ocho años pagando aquel error ¿Y después qué?. Salir de la cárcel no es tan fácil. En ocho años han cambiado mucho las cosas fuera, no creas que te esperan, la vida sigue a su ritmo y luego a ti si quieres cogerla te toca correr. Y yo no estaba en condiciones de correr. Todavía me rondaba el día del gran fracaso.

A veces también pensaba si no hubiese sido todo una casualidad, sin traidores ni sistemas de vigilancia, solo casualidad. Esta idea me resultaba menos dolorosa pues que sea cuestión de suerte no depende de que nosotros fallásemos en algo sino que estábamos predestinados a fracasar y ya está.

Hoy pasados diez años de todo esto lo volveremos a intentar y al abrir la puerta de repente nos daremos cuenta de que sí estamos predestinados al fracaso por que otra vez nos estarán esperando.

Esta vez fue distinto, no me dolió ni la mitad, por que sabía que ese era mi destino y cuanto antes lo afrontase antes me acabaría acostumbrando por que a los grandes fracasos también te acostumbras.


Foto: PurBlanca

23 abril 2008

EL DESCUENTO DE LA LECHERA (II)


Mariana Fernández todos los días recorría el mismo camino para llegar a la lechería del pueblo con su cántaro bajo el brazo.

Hoy iba más contenta que lo habitual pues había oído que la lechera había empezado a hacer grandes descuentos a sus clientes habituales y sin duda alguna Mariana era de las más habituales.

Desde que salió fue haciendo planes de lo que haría con el dinero que se iba a ahorrar gracias al descuento de la lechera.

Primero pensó en ir a la capital e ir al cine, que la única vez que había ido quedó impresionada viendo a toda esa gente dentro de una gran pantalla. Luego se lo pensó mejor y decidió que haría un regalo a su madre que se lo iba a agradecer mucho. Más tarde ideó comprarse un vestido de princesa como los que salían en aquellas revistas que a veces la traían a su madre y por último pensó en guardarlo en una caja para si venían tiempos peores.

En estos pensamientos estaba cuando llegó a la lechería y pudo comprobar disgustada que no solo la lechera no hacía descuento sino que además había subido los precios considerablemente debido decía a una crisis que se avecinaba.

Mariana que siempre llevaba lo justo la tuvo que dejar a deber algo de dinero.

Y pasó el camino de vuelta que iba a hacer para poder pagar de ahora en adelante la leche. No podría nunca regalar nada a su madre, no podría nunca regalar nada a su madre, no podría jamás volver a contemplar ninguna película en esas pantallas tan grandes que había en la capital, ya le sería imposible poder comprarse esos maravillosos vestidos de las revistas que tan envidiados son en las fiestas y ya no tendría que buscar ninguna caja para ir guardando dinero para si venían malos tiempos. Los malos tiempos ya habían llegado y todo por creerse lo del descuento de la lechera.


Foto: JMTrigos

16 abril 2008

CIUDADANO DEL MAR


Juan y Ana paseaban por la desierta playa a primera hora de la mañana.

Todo transcurría con completa normalidad hasta que una ola depositó a escasos metros el pequeño cuerpo de un bebé.

Se acercaron con precaución pero cuando se dieron cuenta de qué se trataba actuaron con rapidez.

Su primera intención fue la de llevar al niño a un centro de salud pero pronto cambiaron de idea y decidieron no comentar absolutamente a nadie nada sobre aquel descubrimiento.

El niño fue creciendo, no se si es muy correcto decir que, dentro de la normalidad.

Pedro, que así fue como llamaban al niño, tenía ciertas malformaciones en el cuerpo que le hacían un ser distinto. Los dedos de sus pies estaban unidos entre ellos como los de los palmípedos y la mayor parte de su cuerpo estaba cubierto de escamas.

Ana y Juan intentaron por todos los medios que nadie se percatara de esas diferencias aunque a veces resultaba muy difícil.

Pedro se iba haciendo mayor y claro comenzaba a cuestionar a sus padres sobre aquellas diferencias pero sus presuntos padres nunca le decían la verdad.

Según iba creciendo Pedro su pelo comenzó a tener un aspecto verdoso como si de finísimas algas se tratara y además desprendía cada vez más cierto aroma a mar.

Cuanto más tiempo transcurría más difícil se les hacía a Juan y a Ana ocultar las diferencias de Pedro y que este no hiciese vida normal. Dentro de poco comenzaría a mostrar interés por las chicas y esto sería el fin, tarde o temprano descubrirían que Pedro no era hijo de Juan y Ana.

Un día fueron los tres de turismo a una gran ciudad y cuando pasaron por un edificio donde se leía el letrero de “Acuario” decidieron entrar. Pedro se mantuvo todo el tiempo como obnubilado, con sus manos pegadas a los cristales que le separaban de aquel agua y aquellos peces, si por él hubiese sido se habría quedado allí todo el tiempo, pero por fin le convencieron para salir a seguir paseando por la ciudad.

Bajaron hasta el paseo marítimo, ya estaba anocheciendo y apenas había nadie. Las olas golpeaban contra las rocas y Pedro se separó yendo hacia allí. Juan y Ana cuando se dieron cuenta del peligro que acarreaba acercarse a las rocas con aquellas olas corrieron para advertir a su hijo.

Cuando se hallaban a escasos metros de Pedro un gran ser salió del mar parándose frente a este. Juan y Ana paralizados por el miedo solo podían observar aquella situación sin poder hacer nada.

El horrible ser les miró y si algo expresaba aquella monstruosa cara era odio y rencor.

Entonces de repente sin que Ana y Juan pudieran hacer nada una ola gigante apareció de la nada empujando de forma brutal a ambos contra las afiladas rocas.

Sus cuerpos flotaron inertes en la orilla mientras aquel ser sin ni siquiera inmutarse desapareció en las profundidades del océano.

Pedro miró hacia donde habían quedado los cadáveres de sus supuestos padres y luego miró al mar, por donde había desaparecido aquel ser marino. Fue entonces cuando lo vio todo muy claro. Su sitio era aquel, en el fondo del mar, de donde jamás debiera haber salido.

Sin pensárselo dos veces Pedro se lanzó al agua desapareciendo inmediatamente en las profundidades de aquel océano al cual pertenecía.


foto: la nair (no videos)

08 abril 2008

EL DESCUENTO DE LA DESLECHERA

Rodolfo volvía abatido a casa. En el no muy largo camino de dio tiempo a imaginarse que sería de su vida después de haber suspendido aquel examen de historia.

El resultado de aquel examen podría suponer el principio del fin. Aquella nota tan deficiente haría que su media bajase. Al bajar su media no podría elegir la carrera que él siempre había soñado. Sin esa carrera la posibilidad de encontrar un buen trabajo se veía remota y por supuesto el no trabajar siempre conlleva el no ganar dinero.

No ganar dinero supondría no poder moverse en las altas esferas y nunca encontraría una mujer que quisiera compartir la vida con él. Él se deprimiría muchísimo y se daría a la bebida cosa muy mala tanto para la salud como para llevar una buena vida social.

Acabaría todos los días borracho y haría cualquier estupidez como por ejemplo entablar relación con alguna mujer que no fuera de su agrado.

El día menos pensado le pide matrimonio y acaba casado y esperando su primer hijo.

La relación comenzaría a ir horrible debido al alcohol y a la falta de ingresos. Su mujer le deja y la tendrá que pagar una pensión para mantener a su hijo y ya no aguantarás más y acabará colgado de una soga.

Sumido en estos pensamientos Rodolfo golpeó algo con el pie. Miró hacia abajo y vio un sobre. Lo abrió y descubrió que en su interior había un boleto del sorteo de lotería cuyos números coincidían con el premio gordo de esa semana.

De repente a Rodolfo comenzaron a rebobinársele aquellas ensoñaciones que había venido pensando por el camino y rápidamente fueron desapareciendo de su cabeza la soga, los papeles del divorcio, su hijo, su mujer, el alcohol, las oficinas del INEM… así hasta el resultado de aquel examen de historia.

Moraleja: No te creas mucho este cuento, suele suceder más lo del cuento de la lechera… ¡Seamos realistas!



Agradecimientos: Este relatillo se lo dedico a todos los que un día pasasteis por Cafkafonia 2 y otro día volvisteis y así aprovecho para celebrar que esta semana cafkafonia 2 cumple 2 años de existencia. Gracias por volver.

02 abril 2008

BLABLASES



Renato salió de casa pronto por la mañana como casi siempre de buen humor.

En el portal su vecina Lorenza le saludó alegremente. –Buenos días Renato. Que pronto sale a dar el paseo hoy.-

Renato con su educación característica la respondió: -Buenos días señora Lorenza, ya ve que blablabla, blablibliblablo.-

-jajaja- carcajeó la señora Lorenza –Usted siempre bromeando- y salió del portal todavía sonriendo.

El que no sonreía era Renato pues su intención no había sido contestar así a la señora Lorenza. Él había querido contarla la razón de salir tan pronto de casa y no ese “blablabla” que le había salido.

Siguió con la mosca detrás de la oreja hasta que por fin entró en la frutería.

Toribio el frutero se alegró de ver a Renato pues casi siempre venía con buen humor y con ganas de bromear.

-Buenos días Renato ¿Qué te trae por aquí?- preguntó Toribio el frutero.

Renato sonrió y muy rápido le contestó –Pues ya ves Toribio que bla bla blebli bloblablabla bliblo.-

-Como no hables más claro Renato me parece a mi que lo mismo te pongo medio kilo de uvas que 20 kilos de melones- respondió Toribio riendo.

-Manzanas- dijo con miedo Renato –dos kilos.-

-Qué poco hablador vienes hoy- dijo Toribio dándole las manzanas.

Renato cogió las manzanas y se marchó con un escueto “adiós” dejando un poco preocupado al frutero.

A la tercera vez que le ocurrió lo del “blablabla” se preocupó de veras y a la cuarta decidió ir a ver al doctor.

Renato llegó a la consulta y se intentó explicar: -Doctor tengo un problema que blebliblo blablablo blebliblu.-

El doctor no le comprendía y por mucho que Renato intentaba explicarse siempre acababa con el “blablabla”.

Renato pensó que si en lugar de hablar intentaba escribir su mensaje el doctor le entendería pero para su decepción al escribir le pasaba lo mismo, cuando llegaba a la cuarta palabra empezaban a salir los “blablases” sin poder remediarlo.

El doctor al pensar que estaba siendo objeto de una tomadura de pelo echó a Renato entre lágrimas y “blablases”.

Acudió a cientos de especialistas y probó de todo pero el problema le acompañó hasta el día que debido a la gran depresión que sufría Renato murió y en su tumba pusieron: “Aquí yace Renato, bla bla bla ble blable bliblo.”


Foto: ¡Mhirion!!