28 mayo 2007

ÁCAROS


Siempre recordaré aquel día que al caer de bruces en aquella alfombra descubrí que había vida en ella.

Millones de ácaros organizados ideaban en secreto la forma de dar el gran salto y extender sus dominios más allá de aquella vieja alfombra.

Me levanté enseguida asustado, temeroso de que aquel golpe me hubiera hecho perder la razón.

Me arrodillé y miré con atención pero no vi nada. Ese día repetí la misma operación cada poco rato siempre con el mismo resultado.

Por las noches no duermo consciente del numeroso ejercito que se preparaba en aquella alfombra. Decidí que al día siguiente me desharía de ella.

Eso hice. Llamé al servicio de recogidas de objetos viejos y me tranquilicé un poco cuando vi como se alejaban con la alfombra.

Me duró poco la tranquilidad por que de pronto se me ocurrió que quizás aquellos ácaros organizados ya habían dado el salto y se encontraban por otros lugares de la casa.

Histérico decidí hacer una limpieza a fondo, cambié de colchones, me deshice de casi toda la ropa y observaba con detenimiento cualquier posible lugar donde los ácaros pudieran volver a hacerse fuertes.

Cada vez dormía peor, en mis sueños siempre aparecían ellos con un tamaño inmenso atacándome mientras dormía.

Pensé que cambiando de casa me alejaría del problema pero no fue así. La histeria llegó a puntos insospechados convirtiéndome en una persona maniática compulsiva que dedicaba todo su tiempo a buscar ácaros acechantes.

Mis amigos me convencieron para que fuera a un médico y eso hice.

Al principio parecía que todo iba a solucionarse hasta que un día me pareció ver a uno de ellos en el cajón de mi ropa.

Ese fue el día que me ingresaron. Al principio fue un poco extraño pero ya me he acostumbrado. Aquí me han enseñado a convivir con los ácaros.

Ahora entre ellos y yo hay algo más que amistad, un vínculo especial y una habitación acolchada que compartir.

FOTO: [Spy Inc.]

21 mayo 2007

PERDIDO EN EL CAMINO

Me dijeron que para no perderme fuera dejando miguitas.

Así lo hice pero casi al final me di cuenta que cientos de pájaros volaban felices detrás de mi dándose un banquete con todas aquellas migas.

La siguiente vez antes de salir me cercioré que todos los pájaros estaban dormidos antes de comenzar a andar.

Como me aconsejaron fui dejando miguitas pero no me sirvió de nada y el que vino detrás montó una panadería.

La tercera vez que eché a andar me aseguré que no me seguían ni pájaros ni humanos y animado comencé a caminar soltando miguitas. Pasado un buen rato el hambre acudió a mi estómago, abrí la bolsa y lo único que tenía para comer lo había ido soltando por el camino.

Durante unos instantes mantuvieron una seria discusión mi cerebro con mi estómago la cual ganó el estómago y decidí desandar los paso e ir comiendo las miguitas que iba encontrando.

Logré saciar el hambre cuando llegué al principio del camino.

Harto de tanto despropósito compré la panadería al tipo que se hizo panadero gracias a mi.

Ahora cada vez que saliese de casa llevaría el doble de panes en la bolsa y podría dejar miguitas y comer a la vez.

A los pocos metros de comenzar el paseo, cuando me disponía a arrojar mi primera miguita vi al expanadero poniendo señales por todo el trayecto para que así nadie se perdiera. De esta forma él puso una tienda de señales y así nadie necesitaba miguitas y por consiguiente mi panadería se iría a la quiebra.

Creyéndome más listo que nadie le vendí la panadería al fabricante de señales por la mitad que me costó a mi.

Convencido de haber engañado a aquel hombre decidí pasear por el camino y atónito pude ver como los obreros que ponían señales almorzaban todos bocadillos hechos con el pan de la panadería de la que me acababa de deshacer por 4 céntimos.

Desde aquel día decidí no dedicarme a los negocios nunca más, no volver a pasear por aquel camino y sobre todo no comer tanto pan.

FOTO: acetosa888

14 mayo 2007

CAMINOS DE IDA Y VUELTA

Berta, harta ya del rumbo que su vida había tomado decidió cambiar de costumbres y empezar otra vez de cero para ver si esta vez cogía el camino correcto.

Fidel que sentía un amor secreto hacia Berta notaba que esta se alejaba cada día más de su camino. Fidel harto ya de tanto amor en silencio, el cual le causaba tanto desasosiego decidió frecuentar otros ambientes y entablar relaciones con otras personas.

Sofía que no soportaba la forma con que Fidel miraba a Berta planeaba sin cesar la manera para llamar la atención de Fidel. Sofía harta ya de sentir tanta envidia de Berta decidió mirar hacia otro lado y salir con otra gente.

Lorenzo, que fue el culpable de que Berta, Fidel y Sofía se conocieran entre si, veía que las cosas no iban bien, notaba el malestar entre ellos y que tarde o temprano la pandilla de amigos se iba a ir al garete.

Lorenzo harto ya de tanta incertidumbre y tantos malos rollos decidió alejarse de los tres desapareciendo un buen día.

30 años después Berta, Fidel, Sofía y Lorenzo se juntaron por casualidad en un cruce de caminos. Cada uno había llegado allí por una calle diferente.

Se miraron los cuatro y se fundieron en un abrazo.

Durante el abrazo Berta pensó que habría sido de su vida si hace 30 años no hubiera decidido cambiar de rumbo. Fidel pensó que hace 30 años debió atreverse a confesar su amor a Berta, quizás ahora todo fuese distinto. Sofía durante el abrazo volvió a sentir envidia por Berta, seguía igual de guapa, igual de delgada y Fidel seguía mirándola de aquella forma. Lorenzo sintió alegría y tristeza a la vez, por que gracias a él se conocieron los cuatro pero por su culpa al haber desaparecido cuando las cosas iban mal estuvieron 30 años sin verse.

Decidieron seguir abrazados 30 años más para recuperar el tiempo perdido.

07 mayo 2007

¡FLOP!


Nadie sospecharía de él, ¿Quién va a sospechar de un inocente niño de 5 años?.

Bajo su “babi” llevaba el arma, su mayor preocupación era que se notase el miedo en su cara.

Cuanto más se acercaba al presidente su corazón latía con más fuerza.

Lo había preparado todo la noche anterior, cuando se enteró que aquel dictador iba a visitar el colegio.

No lo hacía por él, lo hacía por su padre al cual aquel tirano había mandado a la cárcel por opinar distinto.

Su madre no sabía nada, si supiera de sus intenciones no le habría dejado salir de casa.

Ya podía verle bien, estaba cerca, podía ver su falsa risa cada vez que saludaba a sus compañeros, si supiera lo que le esperaba…

Yo era el siguiente, me metí la mano por debajo del “babi” consciente de que debía ser rápido si quería llevar a cabo la misión.

Todo ocurrió muy deprisa, tiré del arma hacia abajo, los escoltas alarmados desenfundaron con rapidez, subí el brazo dispuesto a golpear, sonaron 4 o 5 disparos que no me impidieron materializar el golpe.

Los escoltas atónitos dejaron caer sus pistolas, el dictador asustado contemplaba mi cara sonriente y mi cuerpo agujereado cayendo.

El martillo de goma, hizo ese ruido característico de los martillos de goma, “¡FLOP!”, el mismo que había hecho cuando dio en la cabeza del dictador, “¡FLOP!”.

A los dos días el dictador fue derrocado por un pueblo animado por el sonido de aquel martillo de goma “¡FLOP!”.


FOTO: Esparta