SIN IMPORTANCIA
Nadie como ella para hablarnos de que se siente a esas alturas. Haber viajado al espacio la convertía en una privilegiada con una historia que contar.
Cuando era niña jamás pensó en esta posibilidad, pero la vida la llevó a realizar esta experiencia que no olvidará por muchos años que pasen.
La ves por la calle y parece una más, pero cuando averiguas sus andanzas espaciales, la observas asombrado sin saber que decirla.
Ella siempre insiste en que es una persona normal, pero los demás no la tratamos como tal.
Ella sigue conservando los amigos de la niñez, aunque ellos no subieron tan alto, si que compartieron aquellos años tan especiales para cualquier persona.
Muchas veces me quedo mirándola a los ojos con la esperanza de ver el reflejo de la inmensidad del universo que por error pudiera haber quedado grabado en sus pupilas, pero nunca logro ver más allá de dos ojos marrones.
Ella sonríe y le quita importancia al asunto y nos recuerda que cada persona alberga en su cerebro imágenes exclusivas que nunca se podrán volver a repetir. Que no todos vemos de la misma forma la misma cosa.
Cierta es la expresión de una imagen vale más que mil palabras, y cierto es que una historia se dibuja de miles de formas diferentes en cada una de nuestras cabezas y que por mucho que nos expliquen un paisaje, nunca lo veremos igual que los ojos de la persona que nos lo narra.
Nadie como ella para hablarnos de que se siente a esas alturas. Haber viajado al espacio la convertía en una privilegiada con una historia que contar.
Cuando era niña jamás pensó en esta posibilidad, pero la vida la llevó a realizar esta experiencia que no olvidará por muchos años que pasen.
La ves por la calle y parece una más, pero cuando averiguas sus andanzas espaciales, la observas asombrado sin saber que decirla.
Ella siempre insiste en que es una persona normal, pero los demás no la tratamos como tal.
Ella sigue conservando los amigos de la niñez, aunque ellos no subieron tan alto, si que compartieron aquellos años tan especiales para cualquier persona.
Muchas veces me quedo mirándola a los ojos con la esperanza de ver el reflejo de la inmensidad del universo que por error pudiera haber quedado grabado en sus pupilas, pero nunca logro ver más allá de dos ojos marrones.
Ella sonríe y le quita importancia al asunto y nos recuerda que cada persona alberga en su cerebro imágenes exclusivas que nunca se podrán volver a repetir. Que no todos vemos de la misma forma la misma cosa.
Cierta es la expresión de una imagen vale más que mil palabras, y cierto es que una historia se dibuja de miles de formas diferentes en cada una de nuestras cabezas y que por mucho que nos expliquen un paisaje, nunca lo veremos igual que los ojos de la persona que nos lo narra.