A FLOTE
(Este cuento se lo dedico a Natalia que fue la fuente de inspiración del relato en si, así que ya sabéis que está basado en hechos reales)
Antes, cuando oía hablar de sueños húmedos creía que era otra cosa, lo relacionaba con sexo y poluciones nocturnas, pero desde la otra noche se que un sueño húmedo no se refería precisamente a eso.
Aquella noche me dormí con el traqueteo de la lavadora, no era nada nuevo, lo había hecho muchas veces antes. Estaba cansado pues el día anterior me había tocado trabajar de lo lindo y cuando pillé la cama me quedé dormido como un tronco.
Mi subconsciente sabe que el encargado de decirme cuando tengo que levantarme suele ser el escandaloso despertador, pero esa mañana una voz acompañada de un pequeño balanceo se estaba encargando de hacerlo. Desorientado abrí los ojos e intenté comprender la situación, mi compañero de piso me estaba avisando de que el piso estaba inundado.
La verdad es que al incorporarme y posar mis pies en el suelo comprendí que la situación era más grave que la otra vez.
A mi alrededor todo lo que por la noche tocaba suelo ahora flotaba sin rumbo fijo. Me froté los ojos pero la catástrofe seguía allí.
Salí de la habitación chapoteando y patinando. Afuera estaba mi compañero de piso, la vecina de abajo, la otra de más abajo, la de abajo del todo y una pareja de municipales que me observaban sin decir nada.
La verdad es que no sabía que hacer, si reir o llorar y decidí no hacer nada por que me iba a dar igual.
Los días siguientes fueron bastante húmedos para nosotros y para los vecinos de los pisos inferiores, también fueron días de ropa tendida secándose con el viento.
Maldita lavadora, hay veces que me parece oírla reir en la cocina, así que voy hacia allí me agacho frente a ella y la digo con voz alta:
“¡ Ten cuidado maldita que también hay plan renove para las lavadoras!”
No se si me habrá entendido o no, pero yo me he quedado a gusto.