30 mayo 2006

La Receta

Doctor, no duermo bien, no como bien, tengo mucho trabajo, mi corazón va a 1000 por hora, no tengo tiempo para nada ¿Qué me recomienda?”

El médico, después de unos momentos de reflexión contestó, “lo mejor que podría hacer es tomarse unas vacaciones.”

Juanito, sabedor de lo apretada que estaba su agenda preguntó, “¿Y cuando doctor?¿cuando?”.


Y el médico muy serio respondió: “pues lo normal, tómeselas después de cada desayuno, comida y cena”.

28 mayo 2006

Vueltas…

Es normal que se encuentre desorientado”, dijo el doctor, “con la cantidad de vueltas que da la tierra sobre su eje y a su vez alrededor del sol, y si le sumamos las vueltas que da la vida constantemente, su situación actual sería comparable con la de una peonza en un tiovivo.”

Consumir sustancias alucinógenas y vivir dentro de una lavadora tampoco ayuda, ¿verdad doctor?”, respondió el paciente.

Pues según”, respondió el doctor, “si las vueltas las da todas para el mismo lado, la verdad es que no ayuda mucho, pero si unas las da para un lado y otras para el otro compensaría unas con las otras y sería como ir todo recto.

25 mayo 2006

Cambio de Papeles

Aferrado a ese cachito de esperanza. Huyendo de ese tufo a miedo que desprenden los demás, viaja un cerdo que no se quiere rendir a ese destino marcado desde el momento de su nacimiento.
Son muchos y van muy amontonados. Son conscientes de a donde se dirigen, pero nuestro cerdo cree en los milagros y en una posibilidad mínima de huir de aquel final dictado.


En la cabina del camión va el otro cerdo de esta historia. El vino de la comida está haciendo estragos en su cabeza y lucha por mantenerse despierto.
No quiere parar. Cuanto antes llegue, antes descarga, cuanto antes descargue, antes vuelve y cuanto antes vuelva antes sale otra vez, y cuantas más veces salga, más dinero ganará.
El calor ayuda al vino y los ojos ceden, y su cerebro se relaja.
El camión comienza a desviarse.


El otro cerdo nota como el camión deja de ir recto y se prepara para el acontecimiento que se avecina.


El camión invade el otro carril. El camionero que viene de frente hace tocar su bocina insistentemente. Entonces el cerdo de la cabina abre los ojos asustado, dando un volantazo a su vez.


Los cerdos se asustan y muchos caen. Nuestro cerdo logra mantener el equilibrio preparándose para lo más fuerte.


El camión gira demasiado y se sale a la cuneta. El terreno bacheado hace botar al camión, desenganchándose la cabina del remolque. El remolque vuelca y da dos vueltas sobre si mismo, parando con el techo en el suelo.
El conductor logra parar la cabina a unos 25 metros.


El cerdo conductor se asegura de que está bien y sale de la cabina. Ve el remolque volcado. Se ha abierto la puerta de atrás. Se dispone a acercarse para medir los daños.


El cerdo pasa entre otros cuerpos y llega hasta la puerta. Otros cerdos igual que él salen del camión. Tiene que darse prisa, sabe que no habrá mucho tiempo.


El camionero llega a la puerta de atrás (horrorizado por la imagen de tantos cerdos esparcidos por el suelo), justo en el momento en que nuestro cerdo sale.


Se cruzan las miradas. Han cambiado los papeles. El camionero es ahora el que siente miedo del futuro que le espera, pues sabe que la cantidad de alcohol que lleva en la sangre le meterá en un gran lío. En cambio, la cara del cerdo muestra ilusión y esperanza por que ve una salida a ese destino escrito.
Corre contento sin mirar atrás. Por su cabeza pasan infinidad de pensamientos de libertad.
Y por la carretera pasaba yo, y siempre que pasan dos cosas por el mismo sitio chocan. Y como el cerdo iba a pie y yo en coche, fui yo el que pasó por encima del cerdo.
Pisé el pedal del freno hasta el fondo parando en seco. Bajé y le vi allí tendido. Todavía se movía un poco.


Que rápido cambian los destinos, pienso cada vez que veo a “Esperanza” (así llamo al cerdo) juguetear por los pasillos de mi casa.


P.D.: He decidido poner el final feliz, pues tenía varios y alguno de ellos bastante cruel.

23 mayo 2006


Tonteria

Si algo que nunca acaba es llamado infinito, este relato que acaba tan pronto lo llamaremos “ingrueso”…

Qué tontería. Sabía que tarde o temprano iba a llegar a estos extremos de que todo lo que pienso lo intente convertir en cuento, o más difícil todavía, que todo lo que cuento lo iba a convertir en pienso. Mi gato lo agradecería.

19 mayo 2006

Perro Ladrador

Cuando se usa la expresión “perro ladrador, poco mordedor” suele ser para ridiculizar a un perro que tiene un diminuto tamaño o bien por su escasa valentía.

Yo prefiero un perro ladrador a uno mordedor. Por que, ¿para que llegar a morder si se pueden arreglar las cosas ladrando?.

También es conocido el refrán de “dos no muerden si uno no ladra” o “se cree ladrón que todos son de su condición” (este no le entiendo muy bien), o “a quien buen perro se arrima buen mordisco le cobija”.

Pero si aplicamos el “por la boca muere el pez”, (y eso que no ladra), contradice totalmente lo dicho con anterioridad.

Así que, si volvemos al principio y le sumamos la expresión “perro ladrador vale por dos”, nos damos cuenta que los perros que están más gordos son los que más ladran, cuestión que desmonta la primera teoría que decía que los perros diminutos ladraban más para impresionar.

Conclusión, pues que “ladre o no ladre perro grande” y que “a perro regalado no le mires los dientes” por que te va a dar igual, si está por morderte, te muerde.

(Andrés con tu permiso pongo la foto de esa perra tan guapa que tienes)

18 mayo 2006


Listas de Espera

Estaba delante del funcionario que la preguntó “¿En qué trabajó anteriormente?”

“protagonista de cuentos”, contestó la chica.

“¿Ah, si?” , la miró extrañado el funcionario,
“¿Y en que cuentos ha trabajado, si se puede saber?”

En el que le estoy contando ahora”, respondió la chica sonriendo.

El cuento acabó como siempre, en las listas de espera.

17 mayo 2006

NOTA:Este relato es la continuación de una historía que llevo escribiendo desde el principio en pequeños episodios.

EL TRASLADO (VII)

Me despertó el traqueteo que hacía el jeep al pasar sobre el abrupto camino.
Me sentía débil y adormilado y miré a mi alrededor para intentar situarme.
Había más monos. Unos dormían, otros como yo intentaban desperezarse.

Cuatro paredes y un techo de barrotes definían en lugar donde me encontraba como jaula, y jaula significaba que no había posibilidad de escapatoria.
Tres monos habían despertado ya, un cuarto lo estaba haciendo ahora, pero había un quinto que no daba síntomas de vida. Me acerque a él y le empujé un poco con mi mano. Nada. No había tenido tanta suerte como nosotros, o al revés, según lo que nos depare el futuro.

Los otros monos tenían cara de sueño, desorientación y miedo. Temblaban arrinconados sin hacer nada.

Inspeccioné todo el habitáculo y no encontré ningún posible punto de escape.

“¿Dónde nos llevarían?”, por el paisaje que se podía ver desde la jaula, ya habíamos abandonado la selva hace un rato y estábamos entrando en un pequeño pueblo. La velocidad del jeep había disminuido. Transcurrieron unos minutos y el jeep paró.

Bajaron dos hombres que fueron hasta la parte de atrás. Se quedaron mirándonos y dijo uno de ellos, “fin del viaje pequeños…”

15 mayo 2006

No Cuento

En este espacio debería ir un cuento, pero como no se me ocurría ninguno te he escrito un nocuento que dice así:

En un nopais ni lejano ni cercano no vivía ningún príncipe ni ninguna princesa y en esto que no llegó el día en que no les pasó nada a ninguno de los personajes, no viajaron a lugares ni lejanos ni cercanos, no encontraron ni perdieron tesoros sin valor alguno y nunca se besaron ni con ranas ni con sapos y no fueron ni felices ni infelices y ni siquiera comieron perdices por que por no tener no tenían ni hambre.”

Y colorín colorado este nocuento no se siquiera si ha empezado.

12 mayo 2006

Pecados capitales (IV)

Ira

Como puedes comprobar, el lugar donde trabajo es una planta llena de oficinas.
Nada más entrar por la puerta principal hay un cartel en el que recuerda que es obligatorio el uso de casco, tapones y gafas protectoras en todo el recinto. Estas son las taquillas donde cada uno tenemos nuestro casco, tapones y gafas. Te preguntaras el por qué de esta norma en unas oficinas, pronto lo verás.

Aquí paso 8 horas al día durante 5 días a la semana y la relación entre los compañeros suele ser buena.

Desde aquí si prestas un poco de atención se pueden oir ya los gritos del jefe. Todo el tiempo está igual, no tiene tregua. Nadie le ha visto más de 10 minutos seguidos sin gritar.
Según vamos avanzando los gritos suenan mucho más altos, hasta que llegamos a la oficina donde se encuentra.
Esta vez la victima es uno de los informáticos que recibe con paciencia toda clase de improperios producidos por la ira.

Este hombre es increíble. Entra así por la puerta. Debe desayunar kilos de ira antes de venir.
Al principio daba miedo con esos gritos decibélicos (para eso son los tapones), esos ojos desorbitados, la cara se le pone roja y se le hinchan todas las venas. No te da tregua, arremete contra ti hasta que se cansa, sin darte la más mínima oportunidad de defenderte. Al gritarte lanza perdigones continuamente (de ahí las gafas protectoras). Hace infinidad de aspavientos con los brazos y da golpes a las cosas, a veces llegando a lanzarlas, (móviles, grapadoras, calculadoras, el bote de los bolígrafos…) por eso usamos casco.

Esperamos a que acabe con la victima, pues si entramos en medio de uno de estos ataques de ira no nos va a hacer ningún caso. Cuando abandona el lugar le abordamos siendo conscientes de lo que nos espera.
Estos ataques de ira son totalmente predecibles, suelen seguir unas pautas que pocas veces cambian.
Ya empezó, es todo muy rápido, pasa de 0 a 100 en pocos segundos.
Aspavientos, ojos desorbitados, rojo como un tomate, gritos espeluznantes y golpeo sistemático de puertas y paredes.

De repente algo cambió. Paró en seco. Se apoyó con un brazo sobre la pared. Cesaron los gritos. La otra mano se la llevó al pecho. El rojo de su cara pasó a ser violeta y por las comisuras de sus labios descendía un hilillo de sangre.

Todo el mundo se acercó haciendo corro. El jefe dobló las piernas y cayó al suelo sobre sus rodillas. Los demás seguíamos allí, observando sin hacer nada. Él cerró los ojos y por fin cayó de bruces al suelo golpeándose fuertemente su cabeza contra las baldosas (él no llevaba casco).
Nos quedamos un rato más mirando ese cuerpo que había reventado de ira. Me quité el casco y todos me imitaron. Y sin decir nada cada uno fuimos a nuestro puesto de trabajo.

La prisa mata y la ira te remata.

10 mayo 2006

El Peso de las Palabras

Dicen que las palabras son ligeras y que es fácil que se las lleve el viento. Por eso he decidido echar el ancla por si acaso.
Aunque dependerá de palabras. Por ejemplo, pluma, hoja, suspiro y cometa es muy fácil que se las lleve el viento. Y palabras como tonelada, acero, roca o elefante no tendrán de que tener miedo.

09 mayo 2006

Pequeñas Dosis

Cuando di de alta este blog nadie me previno de sus efectos adictivos y aquí me veo ahora, administrándole pequeñas dosis de post a escondidas.
Este post transcurre en el intervalo de tiempo en que el semáforo pasa de verde a rojo y de nuevo a verde. Como podrán comprender acaba con sonidos de claxons a mis espaldas.

06 mayo 2006

Examen Final (Segunda Parte)

ADVERTENCIA:antes de que comienzes a leer que sepas que este relato es la continuación de el post anterior, así que te recomiendo que lo leas antes de seguir. Gracias.

Me despierto con el sonido del despertador. Parece que me quedé dormido encima de los apuntes. Al final ni estudié, ni descansé.
La cabeza me martillea y la luz que entra por la ventana me molesta. Me duele la garganta, por que la tengo seca como una lija.
Me levanto haciendo un esfuerzo y voy al baño a asearme. Me miro al espejo y tengo un aspecto lamentable. Me lavo la cara pero no mejoro mucho. Intento peinarme pero los pelos se resisten a bajar. Me afeito y me corto por tres sitios.
No me apetece desayunar, me visto y miro al reloj, todavía me da tiempo a leer algo. Cojo el libro pero no soy capaz de leer dos frases seguidas. Estoy tan nervioso que me dan arcadas. Será mejor salir y que me dé un poco el aire.
Voy hasta la parada del autobús. Soy consciente que tengo un aspecto lamentable. Llega el autobús, subo y me siento sin saludar a nadie. Las voces de la gente se mezclan en mi cabeza confundiéndose con el temario del examen. Temo sufrir un shock, todo me da vueltas, confundo las respuestas, me tapo los oídos hasta que llego a la parada donde me bajo.
Llego hasta el aula y me siento donde puedo. Me encuentro mareado y lejano a los demás, oigo sus voces, como hablan entre ellos, pero no las distingo.
Entra el profesor, todos callan y yo presto la mayor atención que me es posible. Explica las normas y reparte los folios. Cada vez sudo más y paso del frío al calor en segundos. Por fin tengo el examen en mi poder.


Comienzo a leer las preguntas. La primera no me suena mucho, tengo que leerla lo menos 3 veces hasta que comprendo el enunciado. No me la se, paso a la segunda. La leo, ¿seguro que este es el examen que yo tenía que hacer?. Leo la tercera. Nada. Me estoy poniendo malo de verdad, noto como un sudor frío me invade y veo puntos blancos. Me voy a marear.
Me levanto tambaleándome y me dirijo hacia el profesor, “¿puedo ir al baño?, no me encuentro bien”. El profesor me mira con semblante serio, “esto es un examen, no puede salir del aula bajo ningún concepto”. Me paso el brazo por la frente quitándome el sudor, “por favor, se lo ruego”. El profesor me mira, y no muy convencido accede a dejarme salir. “Está bien, le doy dos minutos y directo del baño aquí. Si me entero que habla con alguien le suspendo instantáneamente”.
Salgo del aula desorientado. No se si voy a llegar a los lavabos. Avanzo patosamente por los pasillos hasta que llego a la puerta de los servicios. Había 3 reservados, me metí en el del medio y cerré. Me senté sobre la taza mareado.


En los wateres de ambos lados había alguien y comenzaron a hablar. “Nicolás, Nicolás, ¿eres tú?"Me disponía a responder que no cuando del otro apartado se me adelantaron. “Sí, pásame las respuestas, que solo tengo dos minutos para volver al examen”. Que coincidencia, ¿se trataría del mismo examen?. Se oyó como Nicolás arrancaba una hoja de su libreta y la hacía una bola. “Te la tiro”, dijo Nicolás, y rozándome la cabeza aterrizó una pelota de papel a mis pies. Me quedé quieto y en total silencio.
Noté como Nicolás salía y marchaba. “Nicolás”, llamó la otra voz, “¿El examen?”. Esperó durante unos segundos la respuesta y salió del habitáculo. Miró el cuarto de Nicolás y vio que estaba vacío. Dio una patada a la puerta, “mierda, este se ha ido sin darme el examen, se va a enterar”, y salió corriendo de allí. Me encontraba un poco mejor, me quedé mirando la pelotita de papel hasta que decidí cogerla.
La desdoblé y con asombro pude comprobar que era el examen.
Miré al reloj y ví que ya habían pasado tres minutos desde que me dejaron salir de clase. Me metí el papel doblado en el bolso y salí un poco más animado.
Llegué a mi aula y llamé a la puerta, me abrió un profesor que no era el mío, “lo siento me he confundido”. Cerró la puerta y miré a mi alrededor y me di cuenta que no estaba en mi instituto. Me entró el pánico de repente.
Di una vuelta mirando todo y paré a un alumno que pasaba, “por favor ¿en que instituto estamos?”. Me miró extrañado pero me contesto, “en el de los álamos”, “¿los álamos?, no me suena ese nombre”. El chico me miró con lastima y se fue.
Salí a la calle y esa no era la ciudad done yo vivía. ¿Qué estaba pasando aquí?. Pregunté a un hombre y me dijo que estaba en Badajoz. Si yo vivo en Burgos. Me puse a llorar, la gente me miraba. Saqué el papel doblado del bolsillo y allí no había ningún examen, estaba en blanco. ¿Qué broma es esta?
...

Me despertó el timbre de salida. Yo estaba sentado en la taza y el tiempo del examen había concluido.
Afuera se oía jaleo de la gente saliendo. Me quedé un rato más allí sentado, asimilando que tanto esfuerzo no había merecido la pena.
Me levanté y tiré de la cadena y me imaginé que lo que se iba por las cañerías era la esperanza, el futuro, otro año perdido. Y desee verme en ese instante allí metido, tragado por las cañerías.

05 mayo 2006

Examen Final

No me podía creer que el final de la carrera estaba ahí, a la vuelta de la esquina. Solamente quedaba una prueba que pasar, un examen que aprobar, el examen.
Llevaba nervioso todo el mes pensando en ese examen final. Si le aprobaba, el título era mío y se acabarían las noches sin dormir por estudiar y los fines de semana sacrificados por horas y horas delante de libros gordísimos y apuntes subrayados, pero si suspendía…si por cualquier razón suspendía, significaría empezar otra vez de cero. No se si lo aguantaría. Eran muchos años ya dándolo todo, cambiando mi juventud por un título que endosar al currículum, tantos viajes aplazados, tantos amores cancelados, tantas risas calladas. Otro año más, sería renunciar definitivamente a esos escasos años de juventud que me quedaban, a dar otra vez esquinazo a las oportunidades.
Por todas estas cosas mi vida se puede decir que dependía de esas 10 preguntas formuladas en ese folio sellado que yo debería rellenar correctamente en una hora y cuarto.


Mañana es el examen, y hoy me he levantado un poco extraño. Una pesadez en las sienes me aturden levemente haciendo que me desconcentre de la lectura. He tomado un par de pastillas, pero no noto mejoría. Me pongo a leer y los renglones se cruzan unos con otros y las letras se amontonan. No como, por que estoy preocupado y no tengo hambre.
A los síntomas anteriormente redactados se ha añadido un molesto tic en el ojo izquierdo que me desconcentra aún más. Las horas pasan y mi dificultad para dar el último repaso es grande.
Hace calor y sudo mucho, un sudor pegajoso, creo que tengo fiebre.
Llaman a la puerta, mi madre abre y entran mis sobrinos en tromba con ganas de jugar con su tío favorito. Dejo los libros un rato y salgo a saludar a mi tía. A los sobrinos les hago poco caso, pues mi estado de ánimo no me lo permite.
Mi tía y mi madre me comentan que tengo mala cara, yo digo que es de dormir poco por los exámenes.
Mis sobrinos giran a mi alrededor y yo simulo una sonrisa, y así aguanto un rato hasta que me disculpo yéndome a estudiar.


Entre unas cosas y otras hoy no he aprovechado mucho el tiempo, no me ha dado tiempo a repasar nada y las inseguridades comienzan a aparecer.
No ceno, sigo en mi cuarto intentando concentrarme, no lo consigo. Me tomo un café por qué me entra sueño. Mi madre me da las buenas noches, yo se que no lo van a ser.
Me levanto a vomitar, me miro al espejo, estoy pálido, con barba de unos días, ni de afeitarme me he acordado. Me mojo la cara y vuelvo a la habitación. Me siento delante del libro, me entretengo con una mosca que se posa en la mesa, vuelvo al libro, miro al reloj, “que tarde que es”. Me entran ganas de llorar, pero en lugar de llorar voy al lavabo a vomitar otra vez.
Me encuentro mal y me tomo otra pastilla, me siento otra vez e intento leer. Cabeceo, necesito estudiar, aguantaré…

(C O N T I N U A R Á...)

04 mayo 2006

Postín

Entre post y post algunas veces podemos encontrar “postines”. como este que pasarán inadvertidos como la publicidad subliminal .

03 mayo 2006


Para Perezosos

Si eres de los perezosos a la hora de leer, estás de suerte, pues este pequeño post lo he hecho pensando en ti.

“Abro un ojo y veo luz. Miro el despertador y me dice que aún es pronto todavía. Mejor duermo otro rato y luego ya veremos.”

01 mayo 2006

Desorientado (VI)

Estoy cansado de vagar de un lado a otro, tanto he viajado que estoy totalmente desorientado, no se dónde estoy, que vergüenza, un mono con el coeficiente intelectual tan alto que tenga que estar pasando estas calamidades.

Mi estado de ánimo ha bajado, no debí abandonar nunca la manada, eso es de lo que más me arrepiento.

Ahora no me apetece seguir buscando, quiero descansar y olvidarme de todo. ¿Por qué añoro tiempos pasados, si este era mi sueño?. Cuando deseaba echarme a la aventura no me imaginaba esto. ¿Por qué cuando sueñas no aparece una advertencia que diga que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia?

Ayer descubrí que al sitio donde llegué ya había pasado días antes por él. Eso quiere decir que estoy absolutamente perdido y sólo me queda guiarme por la intuición tan dañada en estos momentos. Si los monos tuviésemos religiones le rogaría al dios correspondiente que me ayudase a encontrar el camino, pero como somos seres irracionales nunca se nos ha ocurrido inventarnos todas esas historias en las que apoyarnos cuando corren malos tiempos.

Ha amanecido hace ya dos horas y estoy en una rama no muy alta, por que ya no me apetece ni trepar a lo más alto.

Oigo un ruido a lo lejos, miro desde donde estoy pero no veo nada extraño. Subo un par de metros más arriba y logro ver un camino y algo que viene por él levantando mucho polvo. ¿Por qué no me he dado cuenta antes?. Cada vez se oye más cerca. Es el motor de un coche.

Me cuesta pensar con claridad, pues estos últimos días he comido poco y he dormido mal. El coche ya está ahí. Para el motor, para el ruido. ¿Qué hago?¿me voy a ver si hay suerte y no me ven?¿o me quedo quieto esperando a que pasen?

Bajan del coche tres hombres. Se estiran y miran a su alrededor. “Que no me vean por favor, que no me vean”.
Cierro los ojos creyendo que si yo no les veo a ellos tampoco ellos me verán a mí.
Oigo un ruido seco. Me asusto dando un saltito. Veo a los tres hombres que me están mirando y están más cerca de mí. Estoy perdido.

Noto un dolor en el lomo. Me miro y me doy cuenta que tengo algo clavado.

“Oh, mierda”, fue lo último que se me pasó por la cabeza antes de caer inconsciente.