25 mayo 2006

Cambio de Papeles

Aferrado a ese cachito de esperanza. Huyendo de ese tufo a miedo que desprenden los demás, viaja un cerdo que no se quiere rendir a ese destino marcado desde el momento de su nacimiento.
Son muchos y van muy amontonados. Son conscientes de a donde se dirigen, pero nuestro cerdo cree en los milagros y en una posibilidad mínima de huir de aquel final dictado.


En la cabina del camión va el otro cerdo de esta historia. El vino de la comida está haciendo estragos en su cabeza y lucha por mantenerse despierto.
No quiere parar. Cuanto antes llegue, antes descarga, cuanto antes descargue, antes vuelve y cuanto antes vuelva antes sale otra vez, y cuantas más veces salga, más dinero ganará.
El calor ayuda al vino y los ojos ceden, y su cerebro se relaja.
El camión comienza a desviarse.


El otro cerdo nota como el camión deja de ir recto y se prepara para el acontecimiento que se avecina.


El camión invade el otro carril. El camionero que viene de frente hace tocar su bocina insistentemente. Entonces el cerdo de la cabina abre los ojos asustado, dando un volantazo a su vez.


Los cerdos se asustan y muchos caen. Nuestro cerdo logra mantener el equilibrio preparándose para lo más fuerte.


El camión gira demasiado y se sale a la cuneta. El terreno bacheado hace botar al camión, desenganchándose la cabina del remolque. El remolque vuelca y da dos vueltas sobre si mismo, parando con el techo en el suelo.
El conductor logra parar la cabina a unos 25 metros.


El cerdo conductor se asegura de que está bien y sale de la cabina. Ve el remolque volcado. Se ha abierto la puerta de atrás. Se dispone a acercarse para medir los daños.


El cerdo pasa entre otros cuerpos y llega hasta la puerta. Otros cerdos igual que él salen del camión. Tiene que darse prisa, sabe que no habrá mucho tiempo.


El camionero llega a la puerta de atrás (horrorizado por la imagen de tantos cerdos esparcidos por el suelo), justo en el momento en que nuestro cerdo sale.


Se cruzan las miradas. Han cambiado los papeles. El camionero es ahora el que siente miedo del futuro que le espera, pues sabe que la cantidad de alcohol que lleva en la sangre le meterá en un gran lío. En cambio, la cara del cerdo muestra ilusión y esperanza por que ve una salida a ese destino escrito.
Corre contento sin mirar atrás. Por su cabeza pasan infinidad de pensamientos de libertad.
Y por la carretera pasaba yo, y siempre que pasan dos cosas por el mismo sitio chocan. Y como el cerdo iba a pie y yo en coche, fui yo el que pasó por encima del cerdo.
Pisé el pedal del freno hasta el fondo parando en seco. Bajé y le vi allí tendido. Todavía se movía un poco.


Que rápido cambian los destinos, pienso cada vez que veo a “Esperanza” (así llamo al cerdo) juguetear por los pasillos de mi casa.


P.D.: He decidido poner el final feliz, pues tenía varios y alguno de ellos bastante cruel.

5 Comments:

Blogger Para, creo que voy a vomitar said...

Mira que atropellarlo!, tú si que eres un poco cerdo!!! :D (coñita, eh) De todas maneras, todos sabemos cual será su final... Qué hambre me está entrando, oye.

25 mayo, 2006 17:25  
Blogger Cazadora de almas said...

Ummmm Pobrin!

Besitos!

25 mayo, 2006 18:30  
Blogger natalia jt said...

gracias!! estoy harta de los finales infelices!!...cuando me invitas a comer cochinillo a tu casa?? ;)

25 mayo, 2006 19:25  
Blogger Macacolandia said...

Basta!!, no sigais por ese camino. El pobre cochinillo tiene sentiemientos y le duele que pensemos en comernoslo.
Además ya tiene nombre, y los animales con nombre está feo comerselos.
UN saludo oink!

25 mayo, 2006 22:20  
Blogger Angel y Demonio said...

Pues vaya! Que sensible que andamos! (bromita) Me gustó tu post! jejeje... pero como que también me dio haaambre.

27 mayo, 2006 02:34  

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