16 abril 2008

CIUDADANO DEL MAR


Juan y Ana paseaban por la desierta playa a primera hora de la mañana.

Todo transcurría con completa normalidad hasta que una ola depositó a escasos metros el pequeño cuerpo de un bebé.

Se acercaron con precaución pero cuando se dieron cuenta de qué se trataba actuaron con rapidez.

Su primera intención fue la de llevar al niño a un centro de salud pero pronto cambiaron de idea y decidieron no comentar absolutamente a nadie nada sobre aquel descubrimiento.

El niño fue creciendo, no se si es muy correcto decir que, dentro de la normalidad.

Pedro, que así fue como llamaban al niño, tenía ciertas malformaciones en el cuerpo que le hacían un ser distinto. Los dedos de sus pies estaban unidos entre ellos como los de los palmípedos y la mayor parte de su cuerpo estaba cubierto de escamas.

Ana y Juan intentaron por todos los medios que nadie se percatara de esas diferencias aunque a veces resultaba muy difícil.

Pedro se iba haciendo mayor y claro comenzaba a cuestionar a sus padres sobre aquellas diferencias pero sus presuntos padres nunca le decían la verdad.

Según iba creciendo Pedro su pelo comenzó a tener un aspecto verdoso como si de finísimas algas se tratara y además desprendía cada vez más cierto aroma a mar.

Cuanto más tiempo transcurría más difícil se les hacía a Juan y a Ana ocultar las diferencias de Pedro y que este no hiciese vida normal. Dentro de poco comenzaría a mostrar interés por las chicas y esto sería el fin, tarde o temprano descubrirían que Pedro no era hijo de Juan y Ana.

Un día fueron los tres de turismo a una gran ciudad y cuando pasaron por un edificio donde se leía el letrero de “Acuario” decidieron entrar. Pedro se mantuvo todo el tiempo como obnubilado, con sus manos pegadas a los cristales que le separaban de aquel agua y aquellos peces, si por él hubiese sido se habría quedado allí todo el tiempo, pero por fin le convencieron para salir a seguir paseando por la ciudad.

Bajaron hasta el paseo marítimo, ya estaba anocheciendo y apenas había nadie. Las olas golpeaban contra las rocas y Pedro se separó yendo hacia allí. Juan y Ana cuando se dieron cuenta del peligro que acarreaba acercarse a las rocas con aquellas olas corrieron para advertir a su hijo.

Cuando se hallaban a escasos metros de Pedro un gran ser salió del mar parándose frente a este. Juan y Ana paralizados por el miedo solo podían observar aquella situación sin poder hacer nada.

El horrible ser les miró y si algo expresaba aquella monstruosa cara era odio y rencor.

Entonces de repente sin que Ana y Juan pudieran hacer nada una ola gigante apareció de la nada empujando de forma brutal a ambos contra las afiladas rocas.

Sus cuerpos flotaron inertes en la orilla mientras aquel ser sin ni siquiera inmutarse desapareció en las profundidades del océano.

Pedro miró hacia donde habían quedado los cadáveres de sus supuestos padres y luego miró al mar, por donde había desaparecido aquel ser marino. Fue entonces cuando lo vio todo muy claro. Su sitio era aquel, en el fondo del mar, de donde jamás debiera haber salido.

Sin pensárselo dos veces Pedro se lanzó al agua desapareciendo inmediatamente en las profundidades de aquel océano al cual pertenecía.


foto: la nair (no videos)

2 Comments:

Blogger manzacosas said...

¿Y si fuera cierto...?

18 abril, 2008 19:14  
Blogger Administrador said...

Vaya, gracias por el enlace a mi foto. Un blog muy interesante, te leeré atentamente.

Un saludo

20 abril, 2008 00:12  

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