11 febrero 2008

FRUTOS DEL CERDO

Luisito era el menor de tres hermanos y sentía curiosidad por todo. Se podría pasar las horas muertas observando como los demás miembros de la familia efectuaban sus respectivas labores.

Un día el padre de Luisito apareció por la puerta más contento que de costumbre con algo grande en sus brazos. Luisito se alarmó. La llegada de un hermanito en estos momentos sería fatal para sus intereses. Enseguida se dio cuenta que se trataba de otra cosa.

Toda la familia rebosaba felicidad. La llegada a casa de ese jamón había cambiado los ánimos alicaídos que últimamente invadía esta casa.

De vez en cuando aparecía el padre con aquel cuchillo tan largo y cortaba finas lonchas del jamón. Cada vez que se metían un cacho en la boca su cara ofrecía gestos de disfrutar de su sabor.

A mi nunca me dieron a probar por que decían que era demasiado pequeño para esos manjares. Así que me quedé con las ganas de probar aquello que volvía locos a mis padres y a mis hermanos.

Un buen día mi padre apareció triste con el hueso de aquel milagroso alimento que tantos días había hecho feliz a mi familia. Su cara lo decía todo. La tristeza volvió a inundar el hogar.

Vi como mi padre depositaba la pezuña de aquel jamón en la basura abatido por la pérdida. ¿Qué podía hacer yo por los míos?

Pensé, pensé, pensé y pensé y me acordé de cuando mi abuelo enterraba las pepitas de aquellos frutos y al cabo de un tiempo aparecían cientos de frutos colgando de las ramas. ¿Por qué no probar?

Luisito agarró la pezuña de aquel jamón y salió al jardín a enterrarla. A partir de aquel día se pasaba las horas muertas mirando por la ventana hacia el jardín con la esperanza de que brotara un árbol de cuyas ramas colgaran jamones, pero pasaban los días, semanas y meses y fue perdiendo toda la ilusión.

Al cabo de unos cuantos años tuvieron que abandonar aquella casa después de recibir ciertas cartas del banco avisando de sus deudas.

Pronto otra familia se instaló en la casa. Un buen día el hijo menor que jugaba en el patio avisó corriendo a sus padres.

- ¡Papá!¡Papá!, en el jardín ha aparecido un árbol muy raro.

Salieron todos detrás del niño y se quedaron asombrados al observar que allí en el medio de su jardín había un gran árbol de cuyas ramas colgaban decenas de jamones.



foto: owenbooth

9 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Me ha encantado tu historia, muy reconfortante que ese niño tenga la ilusión intacta enorabuena

11 febrero, 2008 19:14  
Anonymous Anónimo said...

mnmnmn, que cuento mas rico

12 febrero, 2008 09:25  
Blogger trupitomanias said...

ñam, ñam ..

13 febrero, 2008 15:55  
Anonymous Anónimo said...

Uma árvore de presunto já foi o sonho da minha vida! Hoje, com o colesterol nas alturas, sonho com uma plantação inteira, dessas tipo latifúndio, cheia de presunteiros, salsicheiros, linguiceiros...Quando acordo do sonho só encontro coisdas diet, soja, e muita fibra. direto do sonho ao pesadelo :(

maray
www.gardenal.org/checaribe

14 febrero, 2008 14:32  
Anonymous Anónimo said...

Te puedo hacer una pregunta???

Que significa el mensaje que dejaste el otro día..no lo entendí!!

Si tienes alguna duda no te cortes??

Hazla !!

Un Besazul

14 febrero, 2008 19:40  
Blogger Rubén10 said...

Genial relato...
Un saludo.

14 febrero, 2008 20:59  
Blogger Macacolandia said...

azul: El mensaje que dejé ¿dónde? ¿en que entrada?

15 febrero, 2008 07:44  
Anonymous Anónimo said...

En esta vida casi todo es cuestión de paciencia.

16 febrero, 2008 00:48  
Anonymous Anónimo said...

Aparte de una monada!!

Eres un despistadillo..jajajaja

si tu no te acuerdas pásate, te refrescare la memoria con mucho gusto.
http://fatefull.blogspot.com/

Un Besazul...

19 febrero, 2008 03:04  

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