CUANDO SUENEN LAS CAMPANAS
Antonio era el párroco del pueblo desde hacía por lo menos 60 años. Nadie recordaba otro cura que no fuese Antonio.
Al pueblo llegó el progreso y con este se tuvieron que ir la mayoría de los autóctonos y los que no se fueron no tuvieron hijos y se fueron muriendo.
El pueblo había mudado de habitantes, alcaldes, de estilo de edificar, todo había cambiado menos Antonio y su iglesia.
Todos los días Antonio tocaba las campanas correspondientes de cada hora cosa que no agradaba en absoluto a los foráneos que ahora ocupaban el pueblo. Muchas fueron las veces en las que diversos vecinos le fueron a comentar a Antonio su desacuerdo con el toque de las campanas. Antonio muy educado les informaba que su intención era seguir tocando las campanas hasta que le llegara su hora.
Los vecinos de las urbanizaciones que ahora llenaban el pueblo se reunieron con carácter de urgencia y fueron a protestar frente a la iglesia a lo que Antonio siguió sin hacer caso.
Una noche los que más intereses económicos tenían en el pueblo fueron a casa de Antonio con la intención de asustarle, pero se les fue la mano y Antonio no se levantó al amanecer.
Le enterraron al día siguiente con el nuevo cura que hizo tocar las campanas por última vez.
Ese día las campanas no sonaron pero a la mañana siguiente todos despertaron a las ocho con el sonido de las campanas. Acudieron a la iglesia pero allí nadie parecía ser el responsable de las campanadas.
Así cada hora las campanas sonaban solas con el asombro de todos los vecinos.
Decidieron esperar dos días por si dejaban de sonar pero nada.
Al tercer día se reunieron y decidieron hacer un equipo para quitar las campanas. Cuatro hombres subieron y los cuatro se precipitaron al vacío bajo las miradas atónitas del resto de los vecinos.
Nadie del pueblo se atrevía a subir al campanario por miedo de que una maldición hubiese caído sobre ellos.
Acudieron a profesionales de fuera del pueblo pero tampoco fueron capaces de acercarse a las campanas.
La decisión que tomaron al final fue la de derribar aquella iglesia. Así lo hicieron pero el sonido de las campanadas siguió apareciendo a cada hora y la gente comenzó a sentir verdadero miedo.
El pueblo se fue quedando vacío, las constructoras y los demás negocios que se habían ido instalando allí fueron a la quiebra y en cosa de un mes se convirtió en un pueblo fantasma en el cual cada hora se oye el sonido de las campanadas retumbando por cada rincón de sus calles y sus plazas.
FOTO: Row Rodriguez
6 Comments:
Qué bonito.
es época de fantasmas y fantasmadas...
Reconozco que me dan mucho miedo los cuentos de terror pero.. este es bonito (espero poder dormir hoy por la noche cuando oiga las campanas... jeje)
Que bueno.
Panda de zonzos invasores. ¡Dejadnos la tradición!
Yo muchas veces abro mi puerta verde y me refugio en el verdadero hogar que dan los pueblos. ¡Y que nos dure!
Por otro lado, opino que las campanadas es de lo más bonito que puede dar una iglesia en nuestros tiempo.
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Que miedo!!!te iba a comentar que en mi pueblo, tocan las campanas,pero a medida que seguía leyendo, he recordado que es un sistema automático, menos mal!!!
Ahora cada vez que las oiga recordare esta historia...
Es tuya o es verídica???
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