16 enero 2008

LEYENDA DE UN ESPANTAPÁJAROS

Lo primero que recuerdo es que aparecí clavado entre lechugas y calabacines y por mucho que lo intenté no podía moverme.

Al principio era un rollo pues nadie se acercaba a mi y los días se me hacían muy largos mirando al horizonte viendo siempre lo mismo.

Me asusté al ver que nadie venía a darme de comer pero pronto me di cuenta que nunca llegaba a tener hambre ni sed. No sentía ni frío ni calor, nevase, lloviese o hiciese sol no me afectaba. Lo único que me molestaba un poco era el viento que me hacía tener la sensación de que me iba a desarmar y esparcirme por los aires.

Día a día podía ver como lo allí plantado iba creciendo lentamente y como los topillos y otros animalejos frecuentaban el lugar en busca de alimento.

Mi función en teoría era impedir que los pájaros no se acercasen y picoteasen las semillas. Los primeros días parecía funcionar pero los pájaros, que no son tontos, se acostumbraron a mi inofensiva presencia y fueron acercándose cada vez más hasta que incluso reposaban sobre mi.

Los meses pasaban. A veces las tormentas arrasaban las cosechas, otras respetaban lo sembrado y acababa en abundantes recolecciones. Así año tras año.

Llevábamos unos cuantos días de mucho calor, cada año era pero, y apenas llovía. Los pájaros huían confusos hacia otro lugar, nunca les había visto así y en el horizonte una espesa cortina de humo se acercaba cada vez más.

Avionetas sobrevolaban la zona pero no echaban productos antiplagas como otras veces, esta vez era distinto pues no paraban, tanto de día como de noche.

Cuanto más pasaban las horas el humo se apreciaba más cercano y según iba anocheciendo un resplandor anaranjado se hacía cada vez más visible. Ya llevaba bastante tiempo sin ver ningún animalejo. El viento soplaba de cara y venía caliente.

Vi como a mi alrededor caían cenizas, restos de paja todavía humeantes. Enseguida fui consciente de lo que estaba pasando.

Pronto a un par de metros de mi un humo delator me avisaba de que una de esas pajitas había iniciado un pequeño fuego.

Rapidamente me vi rodeado de grandes llamaradas. Las puntas de mis brazos comenzaron a arder. Pronto seré solo cenizas y las tierras que me rodean también.

Pronto llegará el día que seremos solo un recuerdo de cuando la tierra nos daba alimentos y había pájaros que espantar. Pronto seremos leyenda.



FOTO: EAWB

6 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Esta sorpresa promete.
http://lavozdelcentropijosconorgullo.blogspot.com/

20 enero, 2008 05:59  
Blogger ro said...

Recién llegué aquí buscando otros a quienes les interesara escribir y hacer teatro. Tu cuento tiene la virtud de hacer pensar. Está muy bien contado. Está bueno tomar el punto de vista de objetos inanimados porque quizás ellos puedan ver con mayor lucidez las terribles cosas que hacemos los humanos. Es un cuento apocalíptico pero liberado de lo sagrado. Si te interesa te invito a mi blog: El cristal con que se mira, de Montevideo, Uruguay. Te sigo leyendo.

21 enero, 2008 11:20  
Blogger trupitomanias said...

esta bueno la historia...
llevamos camino de ese final

21 enero, 2008 11:48  
Blogger Macacolandia said...

Me agrada ver que haya más gente que la guste escribir como rossana, en seguida me paso por tu blog.
Si trupi hay que ir preparándose.

21 enero, 2008 15:13  
Anonymous Anónimo said...

Que chula la historia...

22 enero, 2008 11:16  
Blogger manzacosas said...

¿Sabes que escribes muy bien? te seguiré leyendo. Manzacosas

24 enero, 2008 18:53  

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