EL SABOR DEL CAFÉ
Cansado ya de tanto infortunio decidí ponerle fin a la historia de mi vida.
Elegí un final clásico, nada de arriesgar, me arrojaría desde el gran puente de piedra.
Llegué allí y me encontré con cientos de personas dispuestos a realizar la misma operación, me tocaría hacer cola hasta para esto.
El caso es que fueron pasando los minutos y la cola no avanzaba mucho.
Se ve que pasó el suficiente tiempo como para recapacitar y de repente eso del suicidio me pareció una idea nefasta.
Abandoné la cola dispuesto a hacer cambiar mi suerte. De pronto apareció un muchacho repartiendo hojillas. Cogí una. Era un anuncio, “Restaurante el tenedor” e informaba que era limpio y económico.
Me entró hambre y ese sitio no quedaba muy lejos, este sería mi destino entonces.
Llegué hasta la puerta del restaurante y parecía cerrada. Había un pequeño cartel que decía: “Inténtelo por la puerta de atrás”.
Fui hasta la parte de atrás, había una puerta, la abrí y encontré unas escaleras que te hacían bajar.
Bajé aquellas escaleras y aparecí en una habitación con poca luz y que olía a café.
En uno de los rincones sentado en un banco había un hombre que me habló, “¿Te apetece un café?”. Asentí y el hombre sacó un termo y una taza y me sirvió un poco.
Pegué un sorbo y a los pocos segundos la cabeza comenzó a darme vueltas.
Me desperté entre nauseas y sudores. Corrí hacia el baño. Llegué a la taza y allí vacié mi estómago quedándome muy a gusto.
Recordé medio despierto y medio en sueños que yo había acudido a una fiesta, que habíamos comido, bebido y fumado todo en exceso y que fruto de todos estos excesos yo me había encontrado mal, había tenido pesadillas y el estómago revuelto me había provocado el vómito.
Creo que me volví a quedar dormido, esta vez sin malos sueños.
Cuando desperté el sol entraba por la ventana, hacía un calor terrible. En la radio el locutor comenzaba a narrar las noticias.
Encendí los grifos de la ducha mientras en la radio informaban que esta noche pasada había acontecido un suicidio múltiple en el gran puente de piedra.
De repente presté toda mi atención hacia aquel locutor que decía que todo parecía ser debido a que los asistentes a una fiesta podrían haber sido drogados con alguna sustancia alucinógena vertida en el café y que los dueños del restaurante “el tenedor” habían sido detenidos como los máximos sospechosos de tal envenenamiento.
Un amargo sabor a café apareció en mi boca entonces y de nuevo sentí la imperativa necesidad de ponerle fin a la historia de mi vida.
FOTO: stigeredoo
4 Comments:
Conozco un caso parecido pero mas light, el gran pedo general que se cogió el personal, no se salvo nadie, siempre sospechamos que habrían echado algo en la bebida, pero a nadie le dío por nada mas.
me gustan los textos,amenos y muy interesantes.
un saludo
jejj hay que tener cuidado con lo que se bebe..
Sonde esté un buen "té" .... jejejeje :D mu bueno el texto !!!! ;D
muy bueno =)
besos
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