22 marzo 2007

LLAMAN A LA PUERTA

El otro día la muerte llamó a mi puerta pero el elevado volumen de la televisión me impidió oirlo. Me lo dijo el vecino de enfrente, que como es un cotilla la vio de casualidad por la mirilla.

Ahora que se que la muerte me ronda estaré más atento. Cada vez que salgo de casa me percato bien de que no aceche por cualquier esquina y me agarre desprevenido.

El vecino me ha contado que la muerte acude todos los días en mi búsqueda. Se que es persistente, que tengo que estar atento, que al menor descuido me pilla y me lleva con ella, se que hasta que no cumpla su objetivo no va a parar, dicen que es muy cabezona, pero lo que ella no sabe es que yo lo soy más.

Cada vez que salgo de casa y miro a mi alrededor se que el vecino está detrás de su puerta, a la caza de cualquier detalle merecedor de ser difundido, lo se, pero me da igual y hago como que no me entero y noto que tras esa mirilla me observa un ojo enfermizamente curioso.

Aquel día salí de casa temprano, pues la muerte no solía madrugar, pero el vecino sí y me vio ir.
A la media hora volví haciendo todo el ruido posible para asegurarme de que el vecino acudía a la puerta. Yo traía una inmensa caja cuyas dimensiones me habían obligado a desistir de usar el ascensor, pero con el tamaño de la caja me gané por completo la atención del vecino y logré llenarle de curiosidad.

Entré en casa dejando la puerta abierta, seguí haciendo ruido y salí corriendo y bajé las escaleras a toda velocidad dejando la puerta de la calle entreabierta.
Estaba completamente seguro que el vecino aprovecharía me ausencia para saciar su curiosidad y entraría en casa con sigilo y discreción.

Le oi abrir la puerta de su casa y cuando estaba seguro que ya había entrado en la mía subí corriendo y me metí en la suya cerrando la perta rapidamente.
Era el momento justo, puse mi ojo tras la mirilla y la vi llegar. Antes de llamar al timbre se percató que la puerta estaba abierta y entró sin más.

A los 5 minutos salieron los dos, ella con la satisfacción de haber cumplido el trabajo, él intentando convencer a la muerte de que no era la persona que buscaba.
Esperé un rato para asegurarme que los dos habían desaparecido definitivamente y volví a mi casa.

A partir de aquel día la muerte se olvidó de mi, tanto que a mis 156 años aún sigo aquí.

ilustración: alain vega

5 Comments:

Blogger Chasky said...

Yo estaba pensando en hacer un pacto con el demoño pero me ha gustado más tu forma de dar esquinazo a la muerte.

23 marzo, 2007 16:37  
Anonymous Anónimo said...

¿pero es que la muerte no comprueba el dni ni pide el carnet de conducir ni nada? jo, pues cómo ha perdido en profesionalidad...

23 marzo, 2007 17:56  
Blogger Macacolandia said...

Chaski para darla esquinazo necesitamos un vecino cotilla cosa bastante probable en cualquier comunidad.
Finnegan, Si, la chunga solo actua de oidas y por intuición, se cree tan lista que a veces se equivoca.

23 marzo, 2007 21:38  
Anonymous Anónimo said...

Genial el relato, me ha encantado.

26 marzo, 2007 11:42  
Blogger Arcadio said...

Yo creo que a la muerte no hay quien la engañe. Tarde o temprano lo irá a buscar. Quizá le ha regalado unos años más de vida porque se acabó percatando del engaño y al fin y al cabo aprecia la astucia del tipo y lo ha premiado con unos pocos años más de existencia en este mundo proceloso. Pero la cita es inevitable.

Gracias por visitar mi blog.

28 marzo, 2007 07:52  

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