11 enero 2007

DÍA ACCIDENTAL

Me desperté temprano. El sol calentaba la habitación. Afuera se oía el trinar alegre de los pájaros y las vocecillas de los niños jugando.

Abrí la ventana y respiré fuerte aquel aroma veraniego que me despertaba el primer día de vacaciones en el pueblo.
Bajé a la cocina silbando y pensando en todas las cosas que me proponía hacer durante el día. Desayuné y salí.
Lo primero que me propuse hacer fue ir al pueblo a efectuar todas las compras de la semana. Me monté en el coche y arranqué.

A los pocos metros me agaché a buscar una emisora y oí un golpe seco que me hizo incorporarme al volante. Seguí unos cuantos metros, pero el ruido de unos hierros que se debieron quedar enganchados mi hizo parar.

En el parachoques delantero estaban enganchados los restos de la bici pequeña rosa de Anita, la niña de los vecinos.
Miré a mi alrededor y no había nadie, desenganché como pude la bici y continué mi camino. Llegué al pueblo y aparqué a unos metros del supermercado.
Nada más bajar del coche miré debajo por si todavía quedaba algún resto de la bici, pues me pareció notar algo raro.

¡Oh no!, mi corazón se aceleró cuando comprobé que lo que había enganchado en los bajos del coche no era un cacho de bici, sino la dueña de la bici.
Miré a mi alrededor. Parecía que nadie se había dado cuenta. Pálido entré en el supermercado a por sacos para meter el cuerpo de la niña sin llamar mucho la atención.
Cuando salía con mis sacos vi un gran perro debajo del coche tirando del cuerpo. Eché a correr hacia allí y el perro salió corriendo con un cacho de Anita.
Maldije el perro con todas mis fuerzas y me dispuse a seguirlo, no podía dejar que pasease por todo el pueblo un perro con medio cuerpo de niña en la boca.

Arranqué el coche y me metí por donde antes había visto desaparecer al perro. El camino estaba muy embarrado por culpa de las últimas tormentas caidas. Las ruedas traseras se quedaron atrapadas y cuanto más aceleraba más se hundían.
Salí del coche dando un gran portazo, ¿algo podía ir peor? Sí, una voz sonó a mis espaldas, “¿Puedo ayudarle en algo?”, “mierda, digo…no, bueno…sí, pero ya me las apañaré yo sólo, muchas gracias”. El policía me miraba con cierta desconfianza pues veía que mi coche estaba atrapado en el fango.

Se fue, aunque no convencido del todo. Intenté por todos los medios sacar el coche del fango pero no fue posible. Después de tres horas de agotador esfuerzo inútil me di por vencido. Fue entonces cuando de nuevo apareció el perro y decidí seguirle a pie.

El estúpido perro se metió por los lugares más intransitables, así que acabé con la ropa embarrada y hecha jirones. Después de una agotadora persecución me volví a dar por vencido y decidí volver al coche, pues empezaba a anochecer y hacía bastante frio.
Cuando llegué al lugar donde creía que tenía que estar el coche y no estaba pensé que me había despistado, pero pronto me di cuenta que me lo habían robado.
Enfadado seguí el camino de barro con la intención de llegar a la carretera pero entre la oscuridad y el nerviosismo me perdí.

Paré en un claro e intenté hacer un fuego, pues el frio me hacía tiritar y no me dejaba pensar con claridad. Lo máximo que conseguía es que saliesen chispas al golpear dos piedras, pero nada más. Dejé de golpear las dos piedras por que me pareció oir el ruido de un motor.

Me dirigí hacia el ruido con cuidado y pude ver a dos o tres cazadores furtivos que bajaban de un jeep. Iba a salir al encuentro cuando un tiro impactó en la roca donde me escondía, del susto salí corriendo. Oí otro tiro y noté un escozor en el culo que me hizo caer al suelo. Me habían dado una perdigonada en mi…
Me arrastré como pude hasta otra gran roca y no salí hasta que se dejaron de escuchar los disparos.

El cielo comenzaba a clarear. Por fin llegué a la carretera aunque nadie me ayudó, era normal con la pinta tan desastrosa que llevaba.
Pasó un coche de policía y ese si que me llevó a comisaría.
Allí me interrogaron y me tuvieron detenido más de 3 horas, no dije nada del atropello y al final me dejaron marchar. Me dieron dinero para un taxi.

Nada más llegar a casa me armé de valor y fui a casa de mis vecinos dispuesto a aclarar lo sucedido. En mi cabeza una y otra vez iba construyendo las frases que iba a decir, dispuesto a cumplir la condena que se me impusiese.

Llamé al timbre y esperé aquellos segundos eternos hasta que la puerta se abrió.

“Hola vecino”, me dijo, “Qué aspecto más lamentable tiene, ¿Qué le ha pasado?, pase, pase”. El hombre se metió en casa y yo le seguí.
“Siéntese, ¿quiere que le ponga algo?”, preguntó dirigiéndose a la cocina. Yo no abrí la boca, mi cabeza no estaba para conversaciones.

Volvió con dos tazas de café y fue cuando se lo solté. “He matado a su hija”. El hombre dejó caer las tazas que se hicieron añicos poniéndolo todo perdido de café. “¿Cómo dice?”, me preguntó con voz temblorosa. “Que esta mañana he atropellado a su hija y…”, me cortó, “¿Dónde está?”. No había caido en ese detalle y no supe que contestar.

5 segundos dio de margen aquel padre cegado por la furia y como no le supe explicar lo siguiente que pasó fue que agarró el atizador que había junto a la chimenea y se abalanzó sobre mi golpeándome una y otra vez.

Mi cuerpo inerte rodeado de un charco de sangre. El hombre con el atizador en la mano temblorosa y en el pasillo una voz sonó, “Papá”, dijo Anita, “no te enfades conmigo pero esta mañana he montado a mi muñeca en la bici y la he lanzado a la carretera cuando pasaba el vecino…¿papá?”

4 Comments:

Anonymous Anónimo said...

ja ja hay que joderse con Anita, que graciosilla.

12 enero, 2007 10:53  
Anonymous Anónimo said...

Malditos críos... ¿de dónde sacarán la ideas? Seguro que de la tele, con ese padre tan preocupado por sus vástagos no puede ser otra cosa.

Me ha gustado mucho. Mis reverencias.

¿Ya has cedido o vendido alguna historia para algún corto u obra de teatro? Te quedan muy visuales, sí señor.

12 enero, 2007 14:36  
Blogger Macacolandia said...

Anita, la dulce Anita, traviesilla ella.
Los niños hacen lo que nosotros pensamos y no nos atrevemos a hacer.

12 enero, 2007 15:45  
Blogger natalia jt said...

vaya con la niña!!! cuando sea mamá no les compraré muñecas, pero sí bicis, jijiji

20 enero, 2007 16:48  

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