La madre de Miguel coleccionaba botones. Tenía miles de ellos, de todos los tamaños, colores y materiales diferentes.
Primero empezó a guardar los que la regalaban sus amigas y familiares, luego también empezó a comprar por las tiendas del pueblo. Al poco tiempo visitaba otras ciudades con la única intención de adquirir algún botón que todavía no tuviese.
Recorría ciudades, se hojeaba todas las revistas, llamaba a fabricantes, se desvivía por encontrar un botón que ampliase su colección.
La hicieron entrevistas en televisiones prensa y radio, asistía a encuentros en cualquier parte del mundo y acudía a cualquier exposición en la que pudiera encontrar novedades.
Cuando estaba en casa lo único que hacía era contemplar todos aquellos botones colocados ordenadamente en cientos de álbumes clasificados por colores, tamaños y procedencia.
Cuando salía a la calle iba mirando la ropa de la gente y cuando veía a alguien con un botón fuera de lo común le abordaba inmediatamente.
Miguel y su madre fueron al médico y salieron con una mala noticia, la madre de Miguel estaba gravemente enferma.
Miguel la cuidó hasta el último momento, siempre la dio todo lo que necesitó.
La madre de Miguel se pasó los últimos días de su vida junto a su hijo y su colección de botones que eran las únicas cosas que la importaban.
La madre de Miguel murió una mañana de abril, con una sonrisa en la boca y sus botones en las manos.
Miguel enterró a su madre y con ella la colección de botones.
Ahora cada vez que Miguel ve un botón le vienen buenos recuerdos de su madre.
Ahora Miguel colecciona recuerdos.
FOTO: juanjoseixas
5 Comments:
Realmente una bonita historia.
Un abrazo.
un post realmente bonito. creo que todos tendríamos que aficionarnos a coleccionar buenos recuerdos y a aprender de ellos.
un abrazo.
bonita historia..
Un recuerdo por cada boton.
Muy pero que muy buen relato, me ha encantado.
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